Que Manuela Carmena se
invente una web municipal para contrarrestar la información que dan los medios,
no porque mientan -dice-, sino porque hay distintas maneras de dar una
información, no solo revela el miedo atávico de todo gobernante a la profesión
periodística, sino el mal encaje que hacen de que precisamente haya diversos
modos de dar una información. Eso se llama pluralidad informativa, que se
parece un poco a la pluralidad política que permite una democracia. Lo peor es
que desde la gobernanza cateta de algunos no se esté aún a la altura de
comprender que también existen la pluralidad ciudadana y la pluralidad de
lectores. Afortunadamente para un mundo plural.
El problema es más grave de lo que parece. No sólo porque
a estas alturas del capitalismo socialdemócrata que consolidó el periodismo
como una garantía ciudadana frente a las corruptelas del poder –incluso el
poder democrático- haya quien no entienda la labor de los medios en su molesta
pluralidad, sino porque incluso surjan defensores de la propaganda
institucional solo cuando las instituciones están en manos de los suyos, sin
advertir –oh, ingenuos- que toda tentación totalitaria surge precisamente desde
la convicción de que se está en posesión de la verdad absoluta mientras que los
demás –los medios, los humoristas, los ciudadanos- no hacen sino manipular esa versión original, V.O., como han llamado
los cachorros de Carmena a su página municipal.
Cualquier institución tiene su web, su plataforma digital
o su blog. El Ayuntamiento madrileño también. Eso no es un problema. Pero esta
página no es una plataforma para dar cabida a informaciones institucionales sin
más, sino para poner en solfa las informaciones que ofrecen los medios de
comunicación periodísticos, desde la perspectiva de que hay medios que a diario
no cumplen con la función de reflejar como el gobierno de Carmena quisiera lo
que ellos han programado. Además, la página señalará medios y periodistas para
enmendarles la plana, es decir, para recordarles que la verdad es la del
Ayuntamiento madrileño y no ninguna de las versiones que otros den del asunto,
es decir, para tirarles de las orejas a los que no se ajusten a la verdad
ofrecida. El siguiente paso puede ser prohibir determinados medios con la
excusa de que son malos medios. Y eso, a mí como ciudadano –y no como
periodista- me da escalofríos. Sigo pensando, con Orwell, que periodismo es
publicar lo que alguien no quiere que publiques. Todo lo demás o son relaciones
públicas, o es propaganda.
Como ciudadano –insisto, como ciudadano; no como
periodista- no quiero que Carmena y su gobierno se erijan en garantistas de la
información que yo decido recibir, leer, comprar. Un político que gobierna está
para gobernar, no para luchar contra las informaciones que sobre su gobierno
ofrecen los medios de cualquier color. Un político que gobierna bastante tiene
con la propaganda que sus gabinetes legítimamente constituidos orquestan a diario
como para, encima, tener que perseguir informaciones que considere no veraces.
Esa no es la función del político que gobierna, sino la del ciudadano que ejerce
como tal gracias a que sus políticos se lo permitan.
El problema es que hay políticos con vocación de todo: de
pancartistas, de gobernantes, de ciudadanos, de periodistas y de cazadores de
brujas. Y que hay ciudadanos que lo ven perfectamente solo cuando los políticos
son los de su agrado y no los de enfrente. No me quiero imaginar la que se hubiera montado en ciertos
círculos si la de la web matizadora de
medios no fuera Carmena sino cualquiera de los fascistas del bando de
Rajoy. ¡Ay, Carmena!