jueves, 27 de mayo de 2010

Mimar a la banca

Cuentan los viejos, de cuando eran churumbeles de familias numerosas, numerosas de las de antes, o sea, de las de verdad, que siempre había uno en casa más débil, más delgadito, con carnes más flacas y peores pelos al que no sólo la mamá le tenía reservado el mejor bocado. "Esto, para mi José, que es el más endeblito". Y aquel crío al que la naturaleza había marginado, de momento -porque luego daba el estirón y al chiquillo ya no lo conocía ni la madre que lo parió-, se llevaba el trocito más magro de carne, la fruta más en su punto y hasta la onza de chocolate que no había para los demás. Y todo eso porque las mamás y los papás del mundo están para contravenir la ley natural, o sea, la ley del más fuerte, que dijo Darwin.

Los gobiernos en Democracia, especialmente los socialdemócratas, adquirieron gustosos el sobrenombre metafórico de Papá Estado, tal vez porque su proceder se aproximaba al de los papás que mimaban especialmente al que más lo necesitaba. Pero está claro que eso ha sido en tiempos de bonanza, que es cuando es más fácil ser solidario, comprensivo y generoso. Ahora que la crisis sigue deparándonos latigazos insospechados; ahora que la lista del paro tiende a más infinito; ahora que hay millones de parados sin esperanza y de empresarios con la cabeza bajo el ala; ahora, digo, se mima a la banca. ¡El mundo al revés! Tal vez porque la dichosa crisis lo ha puesto todo boca abajo, en vez de primar más que nunca la lógica de la protección, priman aquellas enigmáticas palabras evangélicas que rezaban: "Al que tiene se le dará, y al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene...".

El gobierno da palos de ciego, decíamos hace semanas, pero es que esto clama al cielo de los ciegos que no quieren ver. ¿Cómo es posible que el Gobierno -el nuestro, y no ha sido el único- inyectara a la banca hace poco más de un año casi 100.000 millones de euros con la ingenua intención -sin compromiso por escrito- de que el dinero pudiera volver a fluir en una sociedad aletargada y ahora prohíba a los ayuntamientos pedir crédito a esa banca que el Ejecutivo rescató? Hace tan sólo unos meses se criticaba a los bancos porque no daban crédito -para hipotecas, para que miles de empresas pudieran funcionar- a pesar del rescate público del que habían gozado después de que ellos habían iniciado precisamente esta crisis galopante. Esa crítica pululaba no sólo por los bares sino por el Congreso de los Diputados.

Pues bien, en medio de la tormenta deficitaria a la que el Gobierno no sabe ya cómo hacer frente sino cargándose toda su política socialista de la A a la Z, aprovechando incluso el dinero de los viejecitos que lo cotizaron con el sudor de su frente tanto tiempo ha, se deja caer ahora con un decretazo que puso en jaque a los consistorios de todo el país: la prohibición de pedir crédito a los bancos hasta 2012, es decir, durante el período que se sigue previendo más angustioso de la crisis que no nos quitamos de encima. Los ayuntamientos se pusieron de urgencia a pedir crédito antes de que el decreto entrara en vigor. Al amanecer, este Gobierno del donde dije digo digo diego rectificó para empeorarlo todo aún ḿas y sentenció que su decreto no entraría en vigor al día siguiente, como la bajada del sueldo de los funcionarios -por ejemplo-, sino el año que viene, o sea, que tienen los ayuntamientos todavía siete meses para endeudarse hasta las cejas, para prevenir la época de las vacas flacas del crédito.

¿Qué sentido tiene todo esto? Ninguno. Es el laberinto sintomático de la desesperación. Hay ayuntamientos, muchos ayuntamientos, que dependen del crédito no ya para sus escasas inversiones u obras y servicios, sino para pagar las nóminas de sus trabajadores. Si se les prohíbe por decreto depender de tales créditos se les condenará a condenar a su vez a la desidia a sus municipios. Si ahora se retira la medida para anunciar que entrará en vigor el primero de enero, se está incitando claramente a que pidan ahora todo lo que puedan, con cuyo exagerado alegato y cuya exagerada necesidad se estará ahondando en una de las claves de la crisis actual: el ansia financiera por encima de las posibilidades reales.

Y, por encima de todo, se les está haciendo un gran favor a los bancos, pues, después de haberles ayudado a salir de la crisis -son los únicos que ya están recuperados-, se les está barriendo gratuitamente a quienes sus responsables consideran limosneros de crédito. Es como si el Gobierno dijera: "Hemos salvado a los bancos; pues a partir de ahora, que ningún ayuntamiento vaya a molestarlos". ¿Quién puede entender esto?

  • Este artículo lo publica también el semanario Cambio16 en su nº 2.009

miércoles, 19 de mayo de 2010

Robot casamentero


Siempre me apenaron profundamente aquellas películas americanas en las que una pareja se casaba en Las Vegas por quince pavos, con cirios eléctricos y flores de plástico. Me pareció siempre el colmo de la fragilidad sentimental, el culmen del compromiso de usar y tirar. La tristeza tiene una versión en esa estampa parodiada de una pareja saliendo del garito con bombillas de colores... Peor aún me sabe el casamiento que ahora sale en la prensa presidido por un robot. Un cura robot, o un ministro de la ceremonia robotizada. Ha ocurrido en Japón, el extremo oriente de la tecnocracia para seguir desorientándonos.

Decir sí a un robot es como decir sí frente al microodas, frente a la plancha, en la soledad doméstica que a veces nos insufla la inspiración precisa para nuestros sueños más allá del umbral de casa. Más valdría un espejo, para sernos testigos de lo que decimos. Pero en este terraplén hacia el cyborg la huella digital tiene más mérito que el churrete de un niño.

viernes, 14 de mayo de 2010

Se acabó el talante

Quienes me conocen de sobra saben que terminé totalmente mi casa en la primavera de 2007, es decir, aproximadamente cuando surgieron los primeros indicios de que la borrachera del último pelotazo en la rumbosa economía española empezaba a pasarse, a diluirse al son de los primeros parados que caían como gotas aquí y allá, mientras los no afectados miraban aún de reojo. La obra me costó un sacrificio bárbaro de casi un lustro y me dejó extenuado pero feliz, pues veía el magnífico resultado y la perspectiva halagüeña de mi boda con Marina. Así que tampoco me escocieron demasiado determinados abusos que me cobraron insultantemente por los últimos detalles... remates, decían ellos. Era la burbuja en estado puro y había que tragar.

Tan sólo unos meses después, cuando el verano de 2007 iba languideciendo, coincidí en un bar con algunos de los trabajadores que habían paseado su permanente alegría hotelera de weekend por mi trabajosa vivienda. Los noté apagados. Y enseguida hablaron del tema. Del cambio que había dado la cosa, de lo floja que estaba la cosa, de lo mal que estaba el patio. Enseguida tuve la certidumbre de que la crisis de la que todavía se hablaba con indulgencia había llegado para quedarse una gran temporada. Mis conocidos se empeñaban en apelar al nuevo año, es decir, a enero de 2008, como si el cambio anual no fuera una fiesta y un orden convencionales que nada tienen que ver con los mercados, más hechos al salvajismo natural, al darwinismo de que el grande se come al chico y punto. Pero en fin, las Navidades tampoco son para aguarle la fiesta a nadie. Por aquella época creé este blog. La gente me preguntaba por qué le había puesto ese título, y muchos interpretaron que captaba mi indolencia, que no mi anticipación.

El año 2008 fue el de la crecida bestial del desempleo, mientras el Gobierno se negaba a aceptar que crisis definiera lo que estaba ocurriendo. Desaceleración económica gustaba más.

Pasó el año y llegó 2009, después de unas Navidades más esperanzadas aún, mucho más, pues ya no había familia que no contara en sus filas con un desempleado. Muchísimas no contaban ni siquiera con un empleado. Entonces aparecieron reportajes, análisis, crónicas de mesa camilla en las que estas familias con todos sus miembros parados ganaban protagonismo. Yo mismo hice uno para El Correo de Andalucía. El año fue avanzando conforme avanzaba la lista del paro. Pero existía la prestación por desempleo. Luego vinieron los 420 euros. Y luego el replay de los 420 euros... Yo escribí entonces un artículo en este mismo blog, y que publicó Cambio16, titulado "política con minúsculas", en el que criticaba las medidas del Ejecutivo (420 euros, PlanE consistente en romper bordillos y hacerlos de nuevo, insistencia en una política social más de escaparate que eficaz...) porque me parecían pan manido para entonces y hambre para más tarde.

Ahora se ha acabado el pan, y los hambrientos tienen hecho el estómago al hambre, a esa hambre minúscula que comienza por restar caprichos y continúa, cuesta abajo, por el taperware de la suegra.

Hemos llegado al ecuador de 2010 –¡quién lo hubiera dicho en 2007!– y estamos peor que nunca. Ya sé lo de la teórica salida de la recesión y todo eso, pero atiendan al título de este blog, cuya interpretación ni siquiera usted duda, a estas alturas. Y a estas alturas nos bajan un 5% el sueldo a los funcionarios, a los trabajadores que un país tiene para que funcione, como nos ha definidio Griñán, el presidente andaluz. Escuece, claro.

Pero escuece más ver a los representantes de los sindicatos, de luna de miel hasta ahora con Zapatero, sobre el oleaje insoportable de más de 4,5 millones de parados, más parias que nunca, con las ayudas agotadas o agotándose... Estos sindicatos de los que se esparaba una protesta contundente para hacerles ver al Gobierno que la ruta era incorrecta no se han quitado la sonrisita hasta ayer. Se han puesto serios por un 5% de menos en la nómina de los funcionarios. Y que conste que yo soy uno. Y ahora sí, ahora sí vamos a la huelga porque esto es lo verdaderamente grave. Es tan grave que no vamos a una huelga general, sino a una huelga de la función pública, porque nosotros los funcionarios públicos somos los verdaderamente afectados.

El problema es tan gordo que al Gobierno no le queda más remedio que recortar por donde sabe que la tijera no yerra. El corte es más exacto que nunca; ya no valen ni los decimales, tan típicos en las míseras subidas. Un 5 es un 5.

Ya no queda talante ni en el Gobierno ni en los sindicatos. Y de la oposición mejor no hablamos, por supuesto. Esto es para tragar saliva.


sábado, 8 de mayo de 2010

Gracias, Paco


Felicidades, Paco:

Yo también fui uno de los millones de aficionados al flamenco que asomó la cabeza a esa cueva deslumbrante del ritmo y el duende a través de tu guitarra.

También yo me apasioné con el flamenco gracias a tu manera eléctrica de entender la bulería, la rumba y el tango; a tu forma candenciosa y aplastantemente humana de realizar la soleá, el taranto y el fandango.

Un servidor, como muchos, se deslizó por ti hacia la maravillosa y melodiosa senda de la música española y descubrí a don Manuel de Falla, al Niño Ricardo, a doña Marifé de Triana y a tantos genios que no lo hubieran sido para mí sin tu mano milagrosa.

Contigo descubrí a Camarón, y luego, con el tiempo, me seguí quedando contigo, escondido contigo tantas veces detrás de tu corazón malherido por seis espadas, en los días lluviosos, en las noches con música de fondo, en lo hondo.

Ahora te hacen Doctor Honoris Causa de la Música en el Berklee College of Music de Boston al considerar aquellos maestros allende el océano que tu música y tu visión artística "han influido a varias generaciones de músicos y han contribuido a difundir el flamenco entre un público internacional". Evidentemente, se quedan cortos. Cortísimos para tu toque tan largo... Qué hubieran dicho tu padre, Antonio Sánchez, y tu madre, Lucía Gomes 'la Portuguesa'...

Tu toque encierra el flamenco como arte trino y mucho más. Tu toque es la música española, concentrada como en un frasco de perfume carísimo, de valor incalculable. Tal vez porque lo que has hecho no se puede pagar, tu corazón rezuma humildad, que es la única forma de afrontar tanta grandeza, y así sueltas perlas como ésta: "Nunca hubiera venido hasta aquí para mi orgullo personal, pero es que detrás de todo esto se abre una nueva puerta al flamenco. Que una Universidad como ésta reconozca así nuestra música es una maravilla, porque llevo muchos años luchando para que cosas así ocurran”.

Tu sueño se ha cumplido, y el de muchos de los que amamos profundamente el flamenco, aunque ya hemos visto cuál ha sido tu mejor premio. Natural: “El mejor premio que me ha concedido la vida es darme una guitarra y un padre que me la pusiera en las manos, porque me ha ofrecido la capacidad de poder expresarme con el resto del mundo sin utilizar la palabra”.

¡Ole!

miércoles, 5 de mayo de 2010

32 órganos inútiles o demasiado útiles

Nuestro Gobierno lleva dos años dando palos de ciego. Decir esto no es una crítica, sino una objetiva descripción de la situación institucional del Ejecutivo de Zapatero a la luz de sus actuaciones estériles en este campo de minas creciente que es la lista del paro, a la sazón la lista que más interesa en la España de hoy, más que la de los 40 principales o la de la Liga del Fútbol, que ya es decir. Cuando escasean los bocados que echarse a la boca, después de agotadas las ayudas y las limosnas, no hay gol ni canción que cantar, porque la boca se agria y el corazón enmudece.

Ahora mismo andarán despidiéndose Zapatero y Rajoy en una reunión que debió producirse mucho antes y que, a estas alturas, resultará inservible. Ojalá me equivoque. La cita es un intento a la desesperada no de sacarnos a todos de la crisis sino de aparentar cierta preocupación institucional por el pozo profundo en que España se está metiendo conforme se acerca a esa barrera psicológica que son los cinco millones de gente sin nada que traer a casa, salvo su tristeza por no poder dar un palo al agua. No hay palos ni agua.

Como la crisis aprieta y la opinión pública se forma su propia opinión, que es siempre un poco secreta aunque las encuestas la adivinen y los políticos la intuyan, el Gobierno tomó la pasada semana la determinación de cargarse 32 órganos oficiales que en primera instancia eran imprescindibles. Los cargos, junto a 29 empresas públicas que también han desaparecido, costaban 16 millones de euros. Pero había que tenerlos. Desde hace una semana, sobran. Y todo por la crisis.

Este episodio del recorte de cargos cuando la olla económica está a puntito de reventar ejemplifica muy bien la falta de rigor de unas instituciones públicas (y no me refiero sólo a este Gobierno nuestro) que no piensan en su estructura y funcionamiento con criterios inteligentes, sino con el criterio chulesco de quien tira con pólvora ajena. De 14 ministerios y de la Presidencia gubernamental se han suprimido direcciones generales, secretarías y departamentos que uno hubiera considerado en tiempos de vacas gordas fundamentales para garantizar no sé qué en el Estado de Derecho. Ya me entienden. Menos mal que el recorte ha sido masivo y así cada institución suprimida no ha acaparado un titular escandaloso por sí sola. Imaginen el siguiente titular, a secas: "El Gobierno destruye de un plumazo la Dirección General para el Desarrollo de la Sociedad de la Información". El titular es cierto, o sea, que no hay que imaginarlo, pero adquiere dimensiones más escandalosas por sí solo que acompañado de 31 titulares similares.

La pregunta trascendente es: ¿eran tan importantes estas direcciones como para pagar 16 millones de euros por ellas o es que realmente son perfectamente suprimibles para ahorrar 16 millones de euros? Cuando uno anda mal de dinero, suprime las comidas en los restaurantes, los caprichos en el supermercado y las salidas de casa en general. Cuando nuestro Gobierno anda mal, es decir, fatal, suprime la Dirección General de Cooperación Jurídica Internacional, del Ministerio de Justicia; la Dirección General del Instituto para la Vivienda de las Fuerzas Armadas, del Ministerio de Defensa; o la Dirección General de la Biblioteca Nacional, del Ministerio de Cultura, por poner sólo tres ejemplos. Precisamente este último ha hecho que su directora, Milagros del Corral, haya amenazado con irse a su casa por vergüenza torera, es decir, por avergonzarse de ocupar una de las decenas de cargos que el Gobierno considera hoy inútiles.

Tal vez ninguno de los órganos era inútil, y más bien los inútiles hayan sido los gestores incapaces de rentabilizarlos cuando la cosa iba bien, empezando por aplicar una colocación lógica por ministerios y terminando por agrupar con sapiencia sinérgica los que mejor hubieran funcionado juntos. Ejemplifico lo que digo. ¿Qué hacían en Presidencia del Gobierno direcciones generales como la de Política Económica, que hubiera quedado mejor en el Ministerio de Economía y Hacienda, o la de Educación y Cultura, que huelga decir donde hubiera encajado perfectamente? ¿Cómo es posible que ahora exista una Dirección General por la Igualdad y el Empleo y contra la Discriminación y hasta hace una semana existiera una Dirección General para la Igualdad en el Empleo y, por otro lado, una Dirección General contra la Discriminación?

¿Quiénes son los inútiles: los órganos suprimidos o los gestores que los organizaron? Ahora pagan la irresponsabilidad supina quienes seguramente han trabajado algo en el lugar que les encomendaron.

  • Este artículo aparece asimismo en el nº 2.007 del semanario Cambio16