viernes, 30 de julio de 2010

Profecías


Miquel Barceló, con su primitivismo rupestre a flor de pincel, vaticinó hace dos años desde su Barcelona espiritual la estocada definitiva para esta barbaridad que los ahora magnánimos defensores de la libertad siguen empeñándose en llamar arte. Le encargaron el cartel para la feria de Sevilla e hizo este pinchito negro con los colores de la Nación. Como era esperable, los que entonces tragaron con la obra ya están cacareando lo del nacionalismo separatista catalán, etcétera, etcétera. Cuando una parte de la humanidad da un salto cualitativo hacia su coherente humanización, el resto cacarea por lo común porque la querencia de la costumbre es fortísima.

domingo, 18 de julio de 2010

Los cochazos ya no molan

Uno entiende que, hasta cierto punto, sea decisivo para la clase política –para mantenerse como tal, quiero decir– prodigar gestos de austeridad cuando al pueblo llano no le llega ya ni para pipas. Al fin y al cabo, la democracia es un sistema que hace germinar a sus dirigentes del mismo pueblo, aunque a ellos y a nosotros se nos olvide a cada rato, dadas las consolidaciones en los sillones de mando y el profesionalismo en que se ha convertido eso de meterse a administrar el dinero de todos. Pero hay extremos que rozan la inteligencia provocándonos la risa, una risa contagiosa de esas que se van amortiguando hasta que uno se queda completamente serio, rayano con lo triste.

Uno de esos colmos colmados ha sido la supresión de turismos de alta gama del Catálogo de Vehículos Homologados que contiene la relación de coches autorizados para su adquisición y uso en la administración de la Junta de Andalucía. A partir de ahora, los mandamases del Gobierno andaluz no podrán ir de un sitio para otro en coches de lujo, así que en los próximos días podrán ver ustedes al presidente y a sus consejeros bajándose de un Seat Ibiza o de un Ford Fiesta para inaugurar algunas de las ferias estivales que han quedado por los pueblos, de esas que no han suprimido todavía pero cuya baja potencia en alumbrado quizás haga posible disimular el cochecito cañí del que se baje el menda o la menda.

Se acabaron, pues, los Audis y los Mercedes de cuya puerta trasera se han venido bajando los consejeros, los viceconsejeros, los delegados, los subdelegados, los diputados y los alcaldes de tronío medio abrochándose la chaqueta mientras el guardaespaldas sostiene marcialmente la puerta del cochazo. Todo eso era un gasto insostenible a estas alturas. Además, con la supresión de estos carros de alta gama sería incongruente desde el punto de vista estético que se mantuvieran los chóferes y guardaespaldas. Imaginénse ustedes la misma escena pero con un Peugeot 205. Indico marcas para engrasarles la imaginación. Con la nueva flota de vehículos antilujo debería ser el propio político el que condujera el coche, el que aparcara cerca del acto y el que se bajara dando un portazo campechano. La campechanería se lleva muy bien con estas épocas de recesión.

Hasta aquí todo parece muy gracioso, pero a uno le asalta también la tristeza cuando encuentra cierto paralelismo en la trayectoria que parecen seguir los políticos y la que no han tenido más remedio que seguir también en los últimos años toda esa tropa de jovenzuelos del taco en el bolsillo y el BMW derrapador. La diferencia estriba, claro está, en que los chavales que chuleaban con esos cochazos por las esquinas fueron engañados por el sistema laboral, por el banco y por los políticos, mientras que estos últimos dejan sus carros de alta gama a la sombra del garaje hasta que soplen mejores vientos y nada más.

El juego es el mismo que el que practican ciertos políticos de pueblo de cara a la galería demagógica de la gente que sólo ve un segmento de sus andanzas, cuando frecuentan bares populacheros de precios bajos después de venir en AVE desde Madrid porque la niña quería una faldita del Mango de la capital, que por aquí abajo no la traen. AVES de ida y vuelta en la misma tarde y cena grasientilla entre el populacho que observa la sencillez. Hasta a Obama le sale de maravilla cuando devora su hamburguesa preferida frente a las cámaras.

Y uno, que creía que aquellos cochazos de lujo no respondían a las vanidades del pueblo sino a concienzudos criterios de seguridad de los altos cargos, se queda ahora anonadado, con sonrisilla de estúpido mientras mira a los políticos anunciando tantas medidas de ajuste, ajustando hasta su propia seguridad en favor del pueblo.

  • Este artículo se publica también en el nº 2.022 del semanario Cambio16, así como en el nº de septiembre de la revista Cambio Financiero.

jueves, 15 de julio de 2010

Lapidación

Ojalá la lapidación fuera sólo un ejemplo curioso de paronomasia con depilación, como a mí siempre me ha parecido. Paradójicamente, cabe pensar que en esos lugares horrendos donde se practica esta condena cruelísima podrían lapidar a una mujer por depilarse, pues los caminos de estos extremistas del machismo exacerbado son verdaderamente inescrutables. La lapidación, consistente en arrojar piedras contra la víctima enterrada hasta por encima de los senos para conseguir su muerte, nos llega a la mayoría de los occidentales por el texto evangélico de Juan, en cuyo capítulo octavo se cuenta cómo presentan a una mujer adúltera a Jesús para preguntarle qué debían hacer con ella y así sorprenderlo en un renuncio, pues todos sabían lo que decía la Ley. La sorprendente respuesta de Cristo lo convierte en un auténtico revolucionario no sólo por su promoción del perdón, sino del sentido común: "El que no tenga pecados, que tire la primera piedra". La sentencia cristiana queda grabada en nuestra cosmovisión de occidentales razonables, seamos o no cristianos, pues todo el mundo entiende que no debe erigirse en juez de nadie si no quiere ser juzgado, máxime cuando el juicio se establece tan hipócritamente.

La lapidación se podría haber extinguido con aquella máxima de Cristo, pero no fue así, y cada cierto tiempo nos desayunamos la noticia de que en determinado país oriental han lapidado o van a lapidar a alguien, normalmente a una mujer. Téngase en cuenta que en países como Irán o Somalia, que encabezan el dudoso honor de poner en práctica esta condena más que otros, todos los jueces, por definición, son hombres; que el valor de un testigo es mucho mayor que el de una testigo; y que en muchos casos la mujer ha llegado a ser lapidada por el delito de haber sido violada. Aunque uno entienda esta última frase en pasiva, es decir, con sujeto paciente, violado, el corporativismo masculino llega por esos lares a tal punto, que cuando la mujer denuncia a los violadores, la confabulación autoproteccionista de los machos desemboca en la acusación de adulterio, que es un delito inapelable. De ahí a la consiguiente lapidación hay solo un paso.

Sakineh Mohammadi Ashtiani, una iraní de 43 años y madre de dos hijos, ha sido acusada de adúltera y de cómplice en el asesinato de su marido. Como es de suponer, nada queda claro ni en contra ni a favor de dichas acusaciones, pero sí queda clarísimo que pretenden lapidarla. La página freesakineh.org ha conseguido ya casi 90.000 firmas en apoyo a su rescate, pero nada le garantiza la salvación. Como ella, otras seis mujeres y tres hombres esperan la misma suerte en esta república islámica que gobierna Mahmud Ahmadineyad. Mientras transcurren acuáticas las vacaciones en este mes de julio de 2010 para tantos billones de occidentales, la lapidación sigue siendo una práctica común de andar por casa en esta Persia milenaria que tan sólo ha cambiado de nombre.

Desde Occidente, y desde nuestro país particularmente, se movilizan grandes masas y grandes esfuerzos porque un equipo de fútbol ha ganado el Mundial; e incluso se recupera la bandera de España, tan vilipendiada por los fascitas, para que la enarbolen todos los españolitos de bien que tengan ahora fe en la Roja -de un bermellón que ya nada tiene que ver que los rojos, claro. Desde Occidente, y desde nuestro país particularmente, se revoluciona la red de redes por un beso esperable entre el mejor portero del mundo y la re-portera más sexy del país, que dicen que son novios. Desde Occidente, y desde nuestro país particularmente, no se hacen grandes esfuerzos, ni gubernamentales ni ciudadanos, para evitar que estas mujeres atrapadas en el hoyo de un país tan lejano de la Democracia en el que vinieron a nacer, por casualidad, se desangren una vez que le partan el cráneo a pedradas, lentamente. Diremos que cada país es soberano y toda esa sarta de gilipolleces. Que esto no es como la Bolsa o el fútbol, que nos compete a todos, claro.

  • Este artículo se publica asimismo en el nº 2.017 del semanario Cambio16.