lunes, 24 de enero de 2011

Mi libro sobre Romero Murube ya está en la calle

Joaquín Romero Murube. El periodista en la calle es un libro que me ha costado años ensamblar y que recoge el mismo espíritu que imprimí a mi tesis doctoral. Ya hace semanas que se luce en los escaparates de las librerías. La primera presentación de la obra tendrá lugar el próximo jueves 3 de febrero en la Casa de la Cultura de Los Palacios y Villafranca (Sevilla), el pueblo de Joaquín y el mío. Será a las 21.00 horas. A partir de ahí habrá más presentaciones. Llevo días atendiendo a los medios de comunicación, que se siguen interesando por esta figura poliédrica que fue conservador de los Reales Alcaźares sevillanos entre 1934 y 1969, poeta, jardinero... pero, sobre todo, fino articulista capaz de convertir en universal todo lo que tocaba con su pluma.

Ahí van algunos enlaces de medios interesados:

miércoles, 12 de enero de 2011

Cita con 'Casas Viejas' en la Facultad de Comunicación


Mañana jueves, a las 17.30 horas, disfrutaré en el salón de actos de la Facultad de Comunicación de Sevilla de uno de esos actos culturales que aúnan Historia, Periodismo, Literatura, Investigación y Pasión. Invito a todo el que se pase por aquí, y quiera, a que me acompañe:

La revuelta anarquista de Casas Viejas, producida en 1933, continúa despertando el interés de investigadores procedentes de distintas áreas del conocimiento. Así lo demuestra el libro que recientemente han coordinado los historiadores Gérard Brey y José Luis Gutiérrez Molina, que lleva por título Los sucesos de Casas Viejas en la Historia, la Literatura y la Prensa (1933-2008) y que ha editado la Diputación Provincial de Cádiz y la Fundación Casas Viejas. En este trabajo se recoge el análisis de casi una veintena de autores sobre los hechos que se desencadenaron el 8 de enero de 1933 en Casas Viejas, una aldea gaditana de jornaleros, en la que se proclamó el comunismo libertario y que fue reprimido cruelmente por la guardia civil y la guardia de asalto republicanas, provocando la muerte de más de veinte vecinos del pueblo.

Tanto Gérard Brey como José Luis Gutiérrez Molina son reconocidos expertos en esta materia. El primero de ellos, el hispanista Gérard Brey (Dijon, 1947) fue, junto a Jacques Maurice, uno de los investigadores pioneros sobre el tema de Casas Viejas, con su obra Historia y leyenda sobre Casas Viejas, publicada durante el franquismo. Actualmente, Brey ejerce como catedrático de la Universidad del Franco Condado y es director del equipo de investigación ‘Literatura e historia de los países de idiomas europeos’. Por su parte, José Luis Gutiérrez Molina (Cádiz, 1952) es doctor en Historia contemporánea y ha dedicado numerosos trabajos al movimiento anarquista en Andalucía, entre los que se encuentran diversas investigaciones referidas a Casas Viejas.

Como prólogo a la presentación de este libro, la Facultad de Comunicación proyectará en el Salón de Actos un documental centrado en la figura de María Silva ‘La Libertaria’, símbolo del anarcosindicalismo andaluz y una de las protagonistas de los trágicos sucesos de Casas Viejas, de los que consiguió sobrevivir tras huir de la choza de su abuelo Seisdedos, cuando ésta ardía por el ataque de la guardia de asalto. Este documental pertenece a la serie ‘Andaluzas’, un conjunto de reportajes dedicados a mujeres emblemáticas de Andalucía. Intervendrán también en el acto Antonio Checa Godoy, decano de la Facultad de Comunicación, y los profesores y periodistas Antonio López Hidalgo y Antonio Ramos Espejo.

domingo, 9 de enero de 2011

Gota a gota, dejaremos al toro en paz

Lo de Radio Televisión Española (RTVE) me parece mucho más importante que lo de Cataluña -o Canarias, o próximamente el País Vasco-, porque no sólo afecta al país -y no a una comunidad autónoma- sino a la proyección audiovisual más importante que tiene esta España nuestra en el mundo entero, este país tan nuestro que hasta hace un rato llamaba Nacional a la fiesta de matar el toro, acuchillándolo ante el irrespetable público que acude, estúpido de sangre y ascenso social en un tipo de sociedad ya anacrónico, y que ahora da la espalda al sangriento espectáculo de manera incluso institucional. La cadena pública de nuestro país, además de la líder de audiencia, ha decidido retirar de su parrilla las corridas de toros porque pueden dañar la sensibilidad de la infancia, cuyo horario se extiende (por fortuna) desde las 6.00 hasta las 24.00 horas, es decir, todo el santo día, como sabemos los que tenemos niños en edad de configurar una sensibilidad distinta para el futuro de nuestro país y nuestro mundo. Los taurófilos dirán que es una maldita excusa; yo sostengo que es una excusa bendita. A veces conviene que todos nos hagamos niños para gritar de una puñetera vez que el rey está desnudo.

domingo, 2 de enero de 2011

La crisis galopante del hasta cuándo

Resulta tan significativo como preocupante que por primera vez en muchos años -especialmente en los tres que llevamos de crisis económica- no hayamos oído en los brindis de Nochevieja el consabido deseo de que el nuevo año traiga aire fresco para espantar los males. En la mayoría de los casos, nos hemos limitado a brindar por la salud, por el amor... y hemos omitido la bicha. A diferencia de esa esperanza vana que la gente manejaba estas pasadas Navidades, todos estamos ya absolutamente convencidos de que la crisis no se va a ir en un año ni en dos. Incluso Zapatero habla ya de un lustro. Y todo el mundo sabe que este presidente de escaparate que aún sufrimos es un optimista compulsivo. Pero lo más grave de la crisis es que, aunque parezca mentira, lo del dinero es lo de menos. Quiero decir que la crisis económica o financiera representa sólo una arista o un lado del complejísimo problema total. He aludido en varias ocasiones a que la etimología de la palabra "crisis" nos remite a cambio, cambio para peor, en el sentido que sociológica y lógicamente le damos. Pues bien, a estas alturas estamos ya en disposición de comprender perfectamente este cambio profundo, este retorcimiento acusado del hábitat al que ciertas burbujas nos tenían malacostumbrados. Hemos terminado un año, y una década, y un ciclo que nos introduce en una época distinta, purgante y recicladora, pero probablemente sin los mimbres necesarios para sacar en claro un fortalecimiento del humanismo, sino para asistir al enjuague social que destile individuos aún más embrutecidos. Y ahí está el problema de verdad.

Que no haya dinero es la gran excusa para todo, el gran achaque para dejar de invertir en todo. Y sigo sin hablar en parámetros exclusivamente económicos. Tanto es así, que cuando sí había dinero, aunque fuera falso, prestado, prostituido por esa banca maquiavélica que ya se ha ido de rositas, tampoco existía la verdadera inversión. Iban mal la cohesión social, la educación y la televisión. Y con este trío de males ya es suficiente para comprender la enfermedad del país. Ahora que no hay dinero ni para medicinas, no hay quien mitigue los dolores. Hasta ahora existían los inmigrantes resignados, los informes educativos para engañabobos y determinadas alternativas mediáticas. Pero de un tiempo a esta parte los inmigrantes se nos han tenido que ir; el PISA nos ha puesto en nuestro sitio; y CNN+ se ha apagado para que se encienda la bombilla lúcida que ilumina al Gran Hermano perpetuo. El PISA no podía salir bien en una país que convierte en princesa a Belén Esteban, en un país cuyo principal grupo mediático despide a Gabilondo para ocupar la pantalla con la telebasura de rizar el rizo, en un país cuyos políticos, sin apenas excepción, se preocupan sólo de mantenerse en sus cargos y no de resolver las claves putrefactas que fallan desde hace décadas. Y, sobre todo, en un país donde, a pesar de todo esto y de más, nunca pasa nada.

No nos debería preocupar tanto jubilarnos a los 67 como no empezar a trabajar hasta los 37, y de becario, y quien empiece, para alimentar la panza de un club de ladrones sin escrúpulos. Nos debería preocupar que nada es lo que parece ser, ni lo que debería ser: ni la Administración, ni la política, ni los sindicatos, ni el sistema educativo, ni los medios, ni la Iglesia, ni... Sólo los mercados financieros son lo que parecen y actúan sin complejos ni disimulos en la gobernanza real que nos tiene a todos sometidos. Con este panorama que los principales responsables de nuestro mundo se niegan a reconocer, nuestros hijos amanecerán a un mundo mate que en nada se parecerá al que sus abuelos soñaron. El cambio -la crisis en su cara positiva- depende de una confluencia responsable de voluntades individuales que apuesten, cada cual desde su pequeña parcela vital, por labrar un futuro mejor a las generaciones venideras. Y esto depende de que llamemos a las cosas por su nombre, de que avisemos de que el éxito requiere de esfuerzo y de que no todo da lo mismo; de que enseñemos a nuestros hijos que es importante darse cuenta de que nadie da duros por pesetas, que es fundamental saber leer y comprender con juicio crítico lo que dicen los demás, especialmente los poderosos; que el verdadero humanismo depende de la voluntad de mejorarnos y de la curiosidad infinita; y que esto sólo lo arreglamos si nos conocemos bien nosotros mismos, y eso requiere de cierto silencio en la algarabía interesada que nos acosa cada día.

  • Este artículo lo publica también el semanario Cambio16 en su nº 2.041