miércoles, 30 de septiembre de 2009

Muñoz Rojas, qué grande y qué cercano

Ha muerto José Antonio Muñoz Rojas, un poeta de Antequera (Málaga) al que le han faltado apenas diez días para ser centenario. Últimamente se nos están yendo tantos sabios centenarios a los que descubrimos hace apenas unos días, unos años, porque un premio nada oficioso sino muy oficialista los puso de moda...


Desde el 10 de octubre de 1909 en que naciera, este poeta antequerano, poeta de la Rosa, de lo cotidiano, de las esencias del 27 y el drama trágico del 36, se ha desgranado grano a grano, pétalo a pétalo, verso a verso. Apenas nos lo nombraron en la escuela. Nosotros lo descubrimos charlando con la gente a la que le gusta la poesía. El descubrimiento de su poética que a él le hubiera gustado, por supuesto.

Premio Nacional de Poesía en 1998, los grandes reconocimientos le llegaron tarde, pero aguantó para sobrevivirlos, ya lo creo que aguantó. Y eso que en los últimos tiempos sólo esperaba la muerte, como le confesó a su amigo Juan Benítez hace sólo unas semanas. Juan Benítez insiste en que no padecía ningún mal físico; simplemente estaba harto de vivir. Muñoz Rojas venía de vuelta del vivir y es posible que esa circunstancia lo hastiara hasta tal punto. No es extraño en un poeta que transita por Antonio Machado y la Vanguardia; que, enamorado eternamente de la poesía inglesa, fuera traductor de John Donne, del romántico Wordsworth y hasta de T. S. Eliot; y que, con Cantos a Rosa en 1954, cerrara la etapa que podríamos considerar del optimismo. Ese mismo año, con Pueblo Lejano, cerró su herida del pasado mi paisano Joaquín Romero Murube, quien, muchos años antes y desde Sevilla, había acogido a Muñoz Rojas en las páginas de la revista Mediodía, aquella cala sureña de la Generación del 27. El ahora fallecido lo recordará en su libro de memorias, muy recomendable, La gran musaraña.

De la poesía de Muñoz Rojas soy capaz de recomendar fervientemente sus Sonetos de amor por un autor indiferente (1942) y Consolaciones (1955-1965). Fíjense qué manera de tener clara su función (su oficio) en el mundo:

Me dicen que os diga

Para que algo quede de este latir,
para que, si alguien quiere mirarse, pueda;
para calmar quizá alguna sed, y que alguien diga
"a mí me pasó algo semejante".
Los poetas estamos para eso:
para ofrecerles tránsito a los demás,
para que se encaramen sobre nuestros latidos, y que divisen
un poco más allá, en medio
de tanta oscuridad como nos circunda.
A veces nada tiene sentido, ni siquiera
que me des la mano o ese
limón redondo tan bello en la vereda.
A veces lo que tiene sentido no tiene sangre,
ese poco de sangre por el cual se muere.
Todo es ganas de morir de otra manera,
ganas de imitar a los ríos y que la tierra vea
que hay otras aguas y otras penas, y los cielos
contemplen misericordiosamente
nuestras peregrinaciones.


jueves, 24 de septiembre de 2009

¿Lo recibirá también Zapatero?



Manuel Romero, autónomo dedicado a la construcción afincado en Chiclana de la Frontera (Cádiz), emprendió el pasado 5 de agosto un periplo insólito entre la gente de su sector: una caminata desde su pueblo a Madrid para pedirle al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, que modifique las leyes que considere para que él y los suyos, es decir, los casi tres millones de autónomos que hay en España, tengan al menos la posibilidad de sobrevivir a sus deudas si tienen la mala suerte de embarrarse en ellas. La gesta suponía recorrer a pie, cual devoto peregrino, la friolera de 650 kilómetros.

Lo ha conseguido. El 9 de septiembre llegó a la puerta del Congreso de los Diputados y se sorprendió de que los leones fueran iguales que en la tele. Tras varias gestiones con la Asociación de Autónomos Andaluces, logró ser recibido por la portavoz del PP en la Cámara Baja, Yolanda Sáenz de Santamaría, y por un diputado de CiU, Carles Campuzano. A partir de entonces, llegaron otras promesas y otras entrevistas con políticos más relevantes: Gaspar Llamazares, de IU, y, precisamente hoy, Mariano Rajoy, el líder de la oposición, a la sazón jefe del PP. Todos le han dicho que sí, que tiene más razón que un santo, que los autónomos están maltratados desde el punto de vista fiscal y que no hay derecho a que los acuerdos de concertación social no cuenten con la opinión o el parecer de estos profesionales que se lo guisan y se lo comen como Juan Palomo, con menos ayudas que nadie.

La semana que viene vendrán más entrevistas con líderes políticos, mientras su deuda crece salvaje e imparable, con un sistema que en nada ampara a los que, como él, no pueden hacer ERES ni cobrar el paro ni decir yo no tengo nada que ver con ésto, sino apechugar y ver cómo sus hijos heredan sus errores y desgracias.

Al principio del camino, Manuel tenía una meta: La Moncloa, porque allí mora el presidente del Gobierno. Ni Zapatero ni nadie del PSOE (al menos relevante) han dicho esta boca es mía. Está muy bien el apoyo de los demás pero, hoy por hoy, en España manda el PSOE y no estaría de más que alguno de ellos, de los Zerolos, Pajines o Blancos de la primera plana, se tomara un café con este hombre. Al menos un cafelito.

martes, 15 de septiembre de 2009

Ya soy papá

Aún no me lo ha dicho, porque nació el pasado 3 de septiembre y sólo mantengo de él su olor profundo de recental recién bañadito, con las cremitas que su mamá le pone, la ropita que le sobra, la leche que rebosa por su boquita de rosa... Pero ya me resuena por adelantado, en lo más profundo de mí: "Papá, papaíto". Lo vi salir de las entrañas de su madre hace doce días, con sus manitas equilibrantes, su ceño fruncido –como el mío– y su llanto de gatito recién llegado a un mundo que le aplaude sin que él sepa por qué. Le corté el cordón umbilical que lo unía a aquel mundo placentero (de placenta). Hoy se le ha caído, reseco en este otro mundo en el que ya no es preciso porque le dedicamos todas las horas del día y de la noche a que no le falte ni gloria. Mama mejor y llora menos cuando lo bañamos. Abre más los ojos y a cada rato nos despista con el parecido. Se parece a sí mismo.

Llevamos casi dos semanas apartados del mundanal ruido. Todo importa muchísimo menos. Nunca imaginé que Jaime iba a influir tan decisivamente en nuestras vidas. Basta una mirada suya para dejar lo demás para luego.

La felicidad era esto. Y estaba tan cerca.