lunes, 4 de junio de 2012

Pendaripén & Duende

Este próximo jueves, 7 de junio, estrenamos en el teatro de mi pueblo, bautizado con el nombre del dramaturgo local Pedro Pérez Fernández, un espectáculo sinfónico-flamenco con un nombre que, después de inventármelo, me suena cada vez mejor: "Pendaripén & Duende". Lo primero significa "Historia" en caló. Lo segundo no tiene un significado preciso, pero a todo el mundo le recorre cierto escalofrío de musa entusiasmada cuando oye la palabra. Se trata de un espectáculo para el festival de La Mistela, el de más solera que tiene mi pueblo. Contamos con 18 músicos de altura de la Sinfónica Ciudad de Sevilla; con un cantaor que suena como el ángel mimado de Dios que es Miguel Ortega; con su guitarrista, Manuel Herrera, que derrocha compás a raudales; con un bailaor que ha ganado algo así como el Nobel del Baile que es el Premio Benois de la Danza, Fernando Romero; y con más de medio centenar de niños que tienen voces celestiales y que ya son harto conocidos con el nombre colectivo de Escolanía de Los Palacios. A todo este personal, incluido un servidor, que ha escrito los textos que suenan en boca de todos -incluida la mía como narrador-, lo dirige con batuta inspiradísima el precoz Juan Manuel Busto, una de esas joyas que da mi pueblo muy de vez en cuando. Cuando lo veo afanado en mil y un detalles, con sus 25 años y todo su arte por delante, me acuerdo del final del Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, y cambio ligeramente la letra:, pensando, en vez de en el final, en el principio de todo: "Tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace, un palaciego tan claro, tan rico de aventura...". Antes de saber cómo reaccionará el público, estoy satisfecho de nuestro trabajo y admirado con Juan Manuel Busto. Tengo que reconocer que hacía mucho tiempo que no me ponía nervioso. Nervioso de verdad.

1 comentario:

Anónimo dijo...

No entiendo esta moda de hay que meter algo gitano en todo lo flamenco, como si fuese patrimonio exclusivo de ellos, máxime cuando en este espectáculo no hay nadie que lo sea. En fin, ya me estoy acostumbrando, pero no me deja de rebelar un poco. Por cierto, el espectáculo me encantó.