En el vertiginoso salto de la literatura a la realidad, pueden darse casos de efectos colaterales, como les ha ocurrido siempre a los señores de la guerra cuando pasan de los planes a las bombas allá donde también hay niños y mujeres que van con una cesta y parejas que se casan. La literatura, tan dada al símbolo, lo resguarda elegante en la torre marfileña de su inocuidad. Pero la realidad, tan dada al drama, no puede jugar a los símbolos con la irresponsabilidad de la poesía, porque en la realidad real no existen los personajes ni los prototipos ni los arquetipos, sino las personas de carne y hueso que necesitan un ibuprofeno, van al váter o tienen la regla, todo lo cual emborrona el sutilísimo guion de quien sueñe con convertirse en leyenda antes de morir. Y por eso el parlamentario Juan Manuel Sánchez Gordillo, que siempre juega a Robin Hood pero ganando casi 4.000 euros como cualquier diputado del montón, se ha equivocado trazando con el asalto al Mercadona el pretendido símbolo de un romanticismo posmoderno, que precisaría de otra clase de héroes, pero no de un comunista mesiánico al que solo escuchan en su pueblo y no la hora de comer, sino después.
Lo de símbolo lo ha soltado Gaspar Llamazares desde la cómoda distancia de Madrid, pues desde la capital del reino siempre se han visto los hazañas periféricas con un halo legendario, que se disuelve sin embargo en la proximidad del manotazo en la cara, del empujón en la marasmo del párking y de las patadas en la propia caja, como les ha ocurrido a varias cajeras del supermercado de Écija (Sevilla) y Arcos de la Frontera (Cádiz) cuyos asaltos lideró desde la distancia simbólica y nada caballerosa este sujeto que manda en su pueblo, Marinaleda (Sevilla), desde que relevó, hace 33 años, al último alcalde franquista. En efecto, a las cajeras maltratadas nada de esto les ha parecido un símbolo, sino una brutalidad. A los seguidores de Sánchez Gordillo les habrá parecido, en primer término, un artificio muy mediático y estival para acaparar las portadas de los raquíticos periódicos de la temporada. Pero más allá de los pareceres dispares, está la cuestión central y pragmática de si el asalto ha servido para algo o la injusticia propia del capitalismo sigue intacta. La respuesta es evidente. Por lo que se deduce fácilmente que el objetivo de Sánchez Gordillo estaba más en el sujeto, él mismo y sus siglas, que en el objeto milagroso de repartir el pan a los pobres.
Robin Hood luchó durante el Medievo inglés para que a los pobres no les faltara el trozo de pan que les correspondía por puro humanismo, pero no un día para ser objeto de las canciones juglarescas, sino toda su vida. Curro Jiménez, cuya figura se acrecienta en estos días por la muerte de Sancho Gracia y por la reposición de la estupenda serie en La 2, encarnaba al prototipo de bandolero andaluz que era capaz de dar su vida por la justicia que no se le administraba al pobre desde ningún resquicio de aquella administración decimonónica atrapada entre las luchas cortesanas y el imperialismo francés. Y se inspiraba en la figura real de Andrés López, el barquero de Cantillana, al que le fue arrebatado su oficio por culpa de unos pleitos y tuvo que abandonar su pueblo y echarse al monte, desde donde se encargó de abrir una ventana de esperanza sincrónica a las gentes de su alrededor. Parecidas circunstancias podríamos referir de José María el Tempranillo o de Diego Corrientes... consecuentes parias que pagaron con su vida truncada la injusticia social en sus propias carnes, y que nunca fueron aforados ni pudieron permitirse el lujo de no cobrar por un cargo porque tenían muchos más.
Pero a una empresa que comenzó en un pueblo valenciano poco antes de que Sánchez Gordillo tomara posesión de la Alcaldía en su pueblo y que ha sabido sortear las trampas del capitalismo para convertirse en un referente del empresariado comedido y sabio, que alcanza una facturación anual de 17.000 millones de euros y que da trabajo a 70.000 personas en nuestro país, más de un 60% de las cuales son, además, mujeres, no se le hace esto. La diana que buscó Sánchez Gordillo estuvo equivocada. Y tal vez por eso no ha cosechado el aplauso generalizado que esperaba. Tal vez si hubiera puesto el ojo en un banco engañador... Aunque lo pretenda, el alcalde de Marinaleda nunca se parecerá a Curro Jiménez, porque este bandolero que tiene tantos fans le abría la puerta a las señoras en sus diligencias antes de atracarlas. A la vuelta de dos siglos, no hay color entre el rojo pañuelo bandolero y este pañuelito palestino tan de pose.
-Este artículo se publica asimismo en el nº 2.117 del semanario Cambio16.
8 comentarios:
Manolete76. Tengo que partir una lanza en favor del S.A.T.(Sindicato Andaluz de Trabajadores) y del Alcalde-Parlamentario (aún no estando de acuerdo con la duplicidad de cargos públicos) Gordillo, diciendo que lo que ellos pretendían en realidad es poner en picota la dificil situación que muchas personas están pasando, no teniendo ni "pa comer". Además digo que Mercadona podría poner guardas de seguridad en sus negocios y no a la cajera de turno que cobra 800 euros haciendo esa tarea, teniendo en cuenta que estas empresas de distribución no acusan tanto las crisis, porque "comé,hay que comé". Pero si se excusan en ella para recortar sueldos, disminuir alquileres de establecimientos, reducciones de personal etc. Que conste que Mercadona no es la Virgen del Carmen ni se le parece.
Usted puede romper todas las lanzas que quiera. Y claro que el Mercadona no es la Virgen del Carmen, sino una empresa de las poquitas que funcionan en condiciones en este país, con cajeras que no cobran 800 euros como usted dice, sino en torno a 1.250. Por eso precisamente no tiene por qué pagar el pato de la crisis que han generado otros, ni ser el chivo expiatorio de nada, y menos de unos políticos que buscan la foto del día siguiente y que, de paso, han generado una absurda moda por la que otros, gamberros de medio pelo, han asaltado otros súper para robar bebidas alcohólicas. Seguramente si a usted le robasen en su negocio para "poner en la picota la difícil situación que muchas personas están pasando" no le haría ni pizca de gracia. Pero desde la barrera... Pretendieran lo que pretendieran, lo que trato de decir es que les ha salido el tiro mal, fatal.
Perdona Álvaro, pero no creo que les haya salido tan mal el tiro, cuando usted, yo y medio pais está debatiendo sobre esto. Desde el punto de vista del Marqueting es todo un triunfo. Otra cosa será que los dirigentes de nuestro país se preocupen más por salvar bancos que por salvar gentes. Yo conozco bien el sector de la distribución y cada día entran gamberros a robar bebidas alcoholicas y otros artículos de valor, no hace falta que se fijen en estos sindicalistas que han cogido dos paquetes de garbanzos.
Romano, el márketing no consiste simplemente en que hablen de uno, sino en que hablen bien de uno, de una marca. Y el matiz positivo es importante. Entre las muchas gentes que conozco, frente a lo de Sánchez Gordillo o se lo toman a chanza o lo recriminan directamente, porque está claro que es una medida oportunista, sin búsqueda de soluciones concretas y contra los que puede y no contra los que debe. Lo de los gamberros será muy cotidiano pero con la gracia de Sánchez Gordillo se legitima de alguna manera porque hasta los representantes del pueblo lo hacen. Yo no diría que salir en los periódicos es triunfar. Pero sí reconozco que la percepción posmoderna consiste bastante en reducir el mensaje al medio, como vaticinó McLuhan, pero en fin.
(a Alvaro Romero) Totalmente de acuerdo con su artículo "Curro Jimenez no asaltaría el Mercadona".
¿Quién es usted, abel?
Yo estoy de acuerdo con los que escribes, Álvaro.
Siempre digo que el fin no justifica los medios, pero lo peor de todo es que, en este caso, tampoco se puede justificar ni el fin del señor Gordillo, para mí, convertido en un cebo televisivo para subir audiencias. Aunque bueno, todos sabemos que ese era su objetivo. Ahora, según los cabecillas del SAT, tendría que dejar mi propia casa abierta a todo el mundo, para que cualquiera pueda hacer libre disposición de todos mis bienes. Eso no es así, señor Gordillo. La propiedad que yo tengo, la he conseguido a base de mi propio esfuerzo y trabajo. Ahora bien, yo puedo dialogar y desinteresadamente compartir lo que tengo con los más necesitados. Además empiece usted por renunciar a la duplicidad de cargos que tiene, y ya luego podemos hablar de si el modelo que usted defiende es viable. A veces, incluso su discurso barato, fácil y populista me "asusta", así como el de su mano derecha. Se anuncian como auténticos mesías que vienen para "salvarnos", los únicos que tienen la solución. Y lo más triste, a mi parecer, al menos lo que yo he visto en mi entorno, es que consiguen ganarse el aplauso fácil de mucha gente, acompañado de un "¡Anda que lo que dicen es mentira!". Al menos, es lo que yo he podido ver en la calle. Pero esto no es nuevo. Como ya escribí en mi blog, los políticos de turno aprovechan el desencanto y el hartazgo de muchos ciudadanos para dar discursos oportunistas y ganarse el apoyo fácil de la gente. Y luego, "si te he visto, no me acuerdo". Por eso, pienso que los ciudadanos deberían informarse y saber a quien dan la palmada antes de mitificar a cualquiera. Desgraciadamente, esto no es muy frecuente que digamos y, por eso, considero que en parte somos culpables de lo que tenemos hoy en día.
Señor Gordillo, hay que predicar con el ejemplo. No actúe en contra de lo que usted mismo predica. Quizás le venga bien consultar en el diccionario las palabras respeto y diálogo. Desde luego, la imagen de esa pobre cajera atemorizada no quiero que sea el pan de cada día en los medios de este país.
Mal ejemplo da este país cuando robamos aunque sea dos paquetes de garbanzos a una empresa privada, que se gana el dinero honradamente.
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