martes, 1 de noviembre de 2011

Mi libro sobre geografía evangélica


Estáis todos invitados al acto de la primera presentación de este libro que llevaba en la recámara casi un año. Será en la casa hermandad de El Rocío de Los Palacios y Vfca. (Sevilla). Este jueves, a las 21.30 horas.

Intervendrán, además de un servidor, el amigo que me presenta, Eduardo Ponce, excelente pintor y vecino de toda la vida; el editor, Salvador de la Barrera Lora (Ediciones AE, de Jerez de la Frontera, Cádiz), que en 2009 apostó por mi edición crítica y didáctica de El Lazarillo de Tormes; y la hermana mayor de los rocieros, María José Tirado, como anfitriona de un ciclo cultural nada habitual en contextos religiosos locales.

Sinceramente, espero que el trabajo les interese a todos, sean creyentes o no. El trozo de mundo del que hablo está en el ADN de nuestra ética.


3 comentarios:

Antonio Rodríguez Sierra dijo...

Lo siento Álvaro, no pude acercarme. Por favor ¿dónde puedo comprar el libro?
Me ha dejado intrigado lo de que esos lugares están en el ADN ético que compartimos. Espero que no consideres que el cristianismo es el origen de nuestra ética. Entre otras cosas, porque éste lo copió de la filosofía griega con unas gotas asiáticas... Voy a leer el libro para enterarme... ;-)

J10 dijo...

No, Antonio, el Cristianismo no inventó nuestra ética, pero sí tuvo el mérito de catapultarla hacia la modernidad. El Cristianismo no sólo fue capaz de conquistar la moral universal de un Imperio en franca decadencia como el Romano, que además la revitalizó para traerla hasta nuestros días, sino que además influyó decisivamente en la cosmovisión moral y ética del mundo griego, de manera que la transforma y cristianiza a Platón y Aristóteles, como bien se puede comprender al leer a San Agustín o Santo Tomás de Aquino. Grecia no hubiera llegado a nosotros como lo ha hecho de no ser por el cristianismo. Ni Roma, por supuesto. Y la moral de un librepensador tan insólito como Jesús de Nazaret casa perfectamente un binomio tan extraño como individuo-colectividad, es decir, los derechos intrasnferibles del hombre solo y la importancia de la comunidad, que luego se adobarán con la racionalidad de la Ilustración y de la Revolución Francesa para inaugurar la modernidad definitiva. Si entre Grecia y los Derechos Humanos modernos hay una transición que ha dado frutos definitivos y perennes esa ha sido el cristianismo.
De todas formas, intento en el libro ser lo más sencillo y divulgativo posible y no meterme demasiado en esos berenjenales...
El libro se puede comprar en cualquier librería, claro.
Por cierto, no te conozco, quiero decir que no te pongo cara.. Lo mismo es que no me acuerdo de tu nombre. ¿Tú sí me conoces a mí?
Un saludo,
Álvaro

Airin dijo...

Es muy interesante.