Unos cuantos autodenominados imprudentes paisanos míos se han arriesgado a crear un medio de comunicación a la altura de las circunstancias actuales, es decir, comprometido con el reflejo de una actualidad turbulenta y con sus picas bien clavadas en Internet. Por lo visto, tienen vocación de convertirse en una plataforma comarcal o regional, pero empezarán por nuestro pueblo, Los Palacios y Villafranca. Me han fichado como columnista dominical, lo cual me enorgullece no sólo por la altura en que la vanidad me radiografíe, sino porque tengo el gusto de conocer casi bien a los tres empresarios y un puñado de recuerdos o anécdotas que me los retrata en su punto justo de finura, aventura e inteligencia.
A Antonio Luis García lo conocí hace muchísimos años, antes de que él me conociera a mí. Presentaba entonces el informativo de la tele municipal de mi pueblo. Creo que era subdirector. Y tenía una cara tan seria y una forma tan perfeccionista de hacer su trabajo que enseguida tuvo que abandonar aquella casa y buscarse la vida dándole vueltas al coco. Poco después montó la empresa de trabajos audiovisuales Digital3, con la cual colaboré a veces como locutor. Desde que lo conozco he pensado que tiene talento para emprender cualquier locura y la suficiente carga de sinceridad políticamente incorrecta como para que se la frenen los demás. Afortunadamente, en Infoagenda.es no está solo.
También anda con él Sergio Román, con el que trabajé un día entero hace ahora ocho años en un recorrido por la Carretera de Práctico, paralela al Guadalquivir, para hacer un documental al que luego no le terminamos de encontrar la salida. Salida mercantil, quiero decir. Porque salidas y entradas por los vericuetos de nuestra amistad generó muchas. De hecho, desde aquel día hemos avanzado sinuosamente en una profunda amistad para la que no necesitamos vernos a menudo ni emborracharnos de vez en cuando. Pero ambos sabemos que estamos aquí. Recuerdo de aquel día maratoniano los planos cinematográficos que Sergio consiguió arrancarle al gran río de Andalucía a la altura de La Señuela, con sólo una cámara y un derroche de imaginación. Después de entrevistar a unos cuantos personajes de aquel paraje fluvial, acabamos en Bonanza comiendo unos bocadillos enormes en un bar de marineros. Luego, él se inventó un festival de cortos que consiguió un seguimiento alucinante a nivel nacional. Yo le saqué un reportaje en El Correo de Andalucía, y nunca hemos terminado de encontrar oportunidades de colaboración mutua. Desde el primer día que lo conocí me alegré de encontrar un ejemplo de individuo emprendedor sin carrera universitaria. Porque así puedo argumentar empíricamente por qué nuestra educación, con los sistemas que la atosigan, da tantas veces pena penita pena.
A José Arahal, el tercer caballero andante de este proyecto periodístico en la red, también lo conocí mucho antes de que él me conociera a mí. Fue vestido de no sé qué personaje en no recuerdo qué obra de teatro. Era el protagonista, eso sí. Algunos años después me llamó para que le hiciera de locutor en un audiovisual institucional, y entonces supe que había estudiado en mi misma Facultad y que ya se buscaba la vida intentado innovar por donde otros ni siquiera habían pasado. Hace tan sólo unos meses, me interesé por su actividad de coach, una modalidad intrigante de entrenador o brujo para tantas mentes estresadas como propicia este mundo loco, y le hice un repor para mi periódico. Quedó contento. Y se animó a acompañarnos en las noches sin luna de nuestro Patio del Parnaso. En la última cita nos contó su oficio desde la perspectiva que más nos puede interesar a los seres humanos, la de ser felices o no ser.
Con este trío de ases tan capaces, tengo la certidumbre de que el proyecto saldrá adelante. Y el deseo íntimo de que así sea, porque la web tiene toda la pinta de afanarse en la responsabilidad, el buen gusto y la profesionalidad, ingredientes que uno echa de menos, escandalosamente, en otras apuestas periodísticas que, en rigor, no son sino una ventana chusca al morbo, a la polémica barata y a la falta de respeto por principio y sin escrúpulo. Todo eso cuando no nos encontramos con una plataforma ineficaz de contar viciadamente cosas que no le interesan a nadie, sino a los que salen viciadamente en la pantalla.
Brindo por Infoagenda.es. Y porque el entusiasmo que le ponen hoy diversifique las oportunidades de mañana.
A Antonio Luis García lo conocí hace muchísimos años, antes de que él me conociera a mí. Presentaba entonces el informativo de la tele municipal de mi pueblo. Creo que era subdirector. Y tenía una cara tan seria y una forma tan perfeccionista de hacer su trabajo que enseguida tuvo que abandonar aquella casa y buscarse la vida dándole vueltas al coco. Poco después montó la empresa de trabajos audiovisuales Digital3, con la cual colaboré a veces como locutor. Desde que lo conozco he pensado que tiene talento para emprender cualquier locura y la suficiente carga de sinceridad políticamente incorrecta como para que se la frenen los demás. Afortunadamente, en Infoagenda.es no está solo.
También anda con él Sergio Román, con el que trabajé un día entero hace ahora ocho años en un recorrido por la Carretera de Práctico, paralela al Guadalquivir, para hacer un documental al que luego no le terminamos de encontrar la salida. Salida mercantil, quiero decir. Porque salidas y entradas por los vericuetos de nuestra amistad generó muchas. De hecho, desde aquel día hemos avanzado sinuosamente en una profunda amistad para la que no necesitamos vernos a menudo ni emborracharnos de vez en cuando. Pero ambos sabemos que estamos aquí. Recuerdo de aquel día maratoniano los planos cinematográficos que Sergio consiguió arrancarle al gran río de Andalucía a la altura de La Señuela, con sólo una cámara y un derroche de imaginación. Después de entrevistar a unos cuantos personajes de aquel paraje fluvial, acabamos en Bonanza comiendo unos bocadillos enormes en un bar de marineros. Luego, él se inventó un festival de cortos que consiguió un seguimiento alucinante a nivel nacional. Yo le saqué un reportaje en El Correo de Andalucía, y nunca hemos terminado de encontrar oportunidades de colaboración mutua. Desde el primer día que lo conocí me alegré de encontrar un ejemplo de individuo emprendedor sin carrera universitaria. Porque así puedo argumentar empíricamente por qué nuestra educación, con los sistemas que la atosigan, da tantas veces pena penita pena.
A José Arahal, el tercer caballero andante de este proyecto periodístico en la red, también lo conocí mucho antes de que él me conociera a mí. Fue vestido de no sé qué personaje en no recuerdo qué obra de teatro. Era el protagonista, eso sí. Algunos años después me llamó para que le hiciera de locutor en un audiovisual institucional, y entonces supe que había estudiado en mi misma Facultad y que ya se buscaba la vida intentado innovar por donde otros ni siquiera habían pasado. Hace tan sólo unos meses, me interesé por su actividad de coach, una modalidad intrigante de entrenador o brujo para tantas mentes estresadas como propicia este mundo loco, y le hice un repor para mi periódico. Quedó contento. Y se animó a acompañarnos en las noches sin luna de nuestro Patio del Parnaso. En la última cita nos contó su oficio desde la perspectiva que más nos puede interesar a los seres humanos, la de ser felices o no ser.
Con este trío de ases tan capaces, tengo la certidumbre de que el proyecto saldrá adelante. Y el deseo íntimo de que así sea, porque la web tiene toda la pinta de afanarse en la responsabilidad, el buen gusto y la profesionalidad, ingredientes que uno echa de menos, escandalosamente, en otras apuestas periodísticas que, en rigor, no son sino una ventana chusca al morbo, a la polémica barata y a la falta de respeto por principio y sin escrúpulo. Todo eso cuando no nos encontramos con una plataforma ineficaz de contar viciadamente cosas que no le interesan a nadie, sino a los que salen viciadamente en la pantalla.
Brindo por Infoagenda.es. Y porque el entusiasmo que le ponen hoy diversifique las oportunidades de mañana.
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