El
Rey dio la cara el 23-F, tras los tiros al techo en el Congreso. Y
aquella cara le ha valido 30 años de sostén de una institución tan
anacrónica como la suya. Ahora, el 14-M (qué irónicas son las fechas) de
30 años después, es él quien da los tiros (y no al aire ni contra el
techo, sino para no fallar dada la envergadura de esos animales) y con
estos tiros se carga del tirón su cheque en blanco social. Por eso ha
vuelto a dar la cara, para recargar el cheque para otros 30 años en los
que el Príncipe habrá de tomar el testigo. Que un monarca pida perdón en
un pasillo es un cambio, sin duda. Un cambio gordo para que nada
cambie.
No hay comentarios:
Publicar un comentario