Feíto, feo, requetefeo el panorama laboral que soportamos en España, y más feíto, más feo, más requetefeo que promete ponerse si las ideas de algunos sectores del empresariado español continúan germinando con la misma intensidad y malaleche. Lo último ha sido lo de los 70 años; jubilarse a los 70 años, y la coletilla: como mínimo. Lo ha recetado el presidente del Instituto de Estudios Económicos, José Luis Feito, que se supone que es uno de esos señores que se estrujan mucho los sesos para descubrir la fórmula para salir de esta crisis prima hermana del cuento de la buena pipa. Tiene gracia, en todo caso, que todas las ideas de estos laboratorios cerebrales vayan siempre en la misma dirección: la de la explotación de los viejos. Como ya se superó, al menos aquí, el vicio de la explotación infantil, ahora se está poniendo de moda la explotación senil.
Todas las culpas van ya para los viejos. El FMI dictaminó hace unos días que envejecer demasiado era un peligro financiero o algo así. En otras palabras, que durar mucho en esta vida estaba poniendo en serio peligro las arcas del Estado; o sea, que más vale investigar menos en bienestar y salud y dejar que la cruel naturaleza siga su curso. Así deben de pensar algunos cerebritos malthusianos de determinadas instituciones amigas del Poder. Y tal vez por todo ello, o sea, por nuestro propio bien, es por lo que el Gobierno que aguantamos por ahora se empeña tanto en que no haya alumno sin su catequesis semanal por cojones, o sea, por su bien. Si todo es por nuestro bien... aunque nosotros, zoquetes irremediables, no nos demos cuenta.
A los niños los libramos de toda carga hasta los 20 años, más o menos. Ya conocen el empeño de cualquier gobierno en inflar las estadísticas de aprobados; que luego hacemos el ridículo en Europa, donde todo se mueve por estadísticas. Allí, quien no tiene su estadística pasada a limpio no es nadie. A los chavales, si más o menos demuestran sus competencias, que es lo que hay que demostrar, pues se les aprueba y santas pascuas. ¡Vengan títulos, que firmar no cuesta nada! Luego viene la edad de las prácticas; las décadas de las prácticas, diríamos más bien, pues entre los veintitantos y los cuarenta todo son prácticas: practicar las prácticas y trabajar de balde, porque todo es una práctica para el futuro, cada vez más lejano. Durante muchos años, lo importante, al contrario de lo que ocurre en la escuela obligatoria, empieza a ser, de súbito, la formación, y luego la formación continua. La informática y el inglés, aunque no sepamos ni leer sin que nos engañe Endesa.
La formación, esta formación guay de la que nos hablan, es fundamental, porque España está llena de obreros, trabajadores, profesionales, cada cual de lo suyo, que fallan en formación, o en formación continua. Ahí radica, como sabe todo el mundo, el problema del empleo, en que al personal siempre le hace falta formación, sobre todo a los cuarenta tacos, que es cuando los churumbeles piden pan y papá se está formando. Los que tienen churumbeles, porque esa es otra. Cada vez más cuarentones tienen un perro en vez de un churumbel. Porque un contrato de prácticas, o de formación, ya me entienden, da para mantener a un perro, pero no a churumbel. Y menos a dos. Quiero pensar que me siguen entendiendo.
Total, que cuando el españolito medio es un señor maduro, o madurito, es cuando empieza a encontrar una colocación más o menos estable, pero para entonces ya los años no le cuadran si quiere tener una pensión del 100%, que empieza a ser la bicha para el Estado: eso del 100%, qué mal les debe sonar, qué miedo debe de darles a los mandamases a los que nunca les sale el 100%... qué yuyu. Por eso van alargando la edad de jubilación, porque si un español medio empieza a trabajar -a trabajar de verdad, quiero decir- a los 50 tacos, después de todas las prácticas y de toda la formación continua continuamente, a los 70 sólo lleva 20 años trabajando, y ya lo dice el tango, aunque suene a tongo: que veinte años no es nada. El vuelva usted mañana de Larra, tan administrativo, y tan español, es hoy un ideal laboral: trabaje usted mañana.
Por eso los viejos tienen la culpa de todo: hasta de quitarle el empleo a la juventud. No me extrañaría que la próxima propuesta de los entendidos fuera que se murieran los viejos. Tal vez así trabajaríamos poquito, no nos quedaría apenas pensión y el dinero seguiría donde siempre, en los mismos bolsillos que nunca tienen dinero porque siempre les quedará la Visa, plástico eterno.
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