sábado, 12 de abril de 2014

Matrimonios corraleros

El adjetivo 'corralero' tiene tal idiosincrasia en nuestra Baja Andalucía que incluso dio nombre a unas peculiares sevillanas de Lebrija. Y tiene una gama semántica tan amplia que lo mismo califica a los desenvueltos que a los desvergonzados que a quienes todo lo solucionan a voces, es decir, en el corral, que ha venido a ser como un patio pero sin remilgos ni finuras, con las paredes bajas y los oídos vecinales al acecho. Cualquiera ha conocido matrimonios corraleros que necesitan resolver sus cuitas como los concursantes del Gran Hermano, o sea, con las cámaras delante; delante de cuanta más gente, mejor. Los matrimonios corraleros son todo un espectáculo, y la mayoría de las veces, como los perros ladradores, poco mordedores. Quiero decir que, normalmente, los matrimonios que corralean mucho no suelen divorciarse jamás, y hasta llegan a una época en la que el corraleamiento es su modo marital natural, su proceso comunicativo más habitual y hasta eficiente. 

Un matrimonio corralero se nos antoja ahora el concertado -por conveniencia, por supuesto- entre PSOE e IU en el Gobierno andaluz. Tras el realojo de unas cuantas familias que llevaban dos años de okupas por parte de la consejera Elena Cortés, de IU, la presidenta socialista ha montado en tal cólera corralera que no ha dudado en amenazar un día con quitarle la cartera de las viviendas a su socia y al día siguiente con cumplir su amenaza. Ea, ya no te encargas tú de las viviendas porque aquí no puede ser que les des las casas a quienes te parezca, le ha venido a decir, pero a voces y delante de todo el mundo. Pues yo he dado esas casas muy bien dadas, le ha reprochado su pareja, porque no hago sino cumplir la ley que acordamos, ¿no te acuerdas?. Susana Díaz ha comenzado, de la mañana a la tarde, a ser llamada, con mucha sorna e ironía, "La Susanita" por parte de la familia política de IU, que es una familia muy unida que en cuanto le tocan a un miembro saltan todos, claro. La Susanita es ya amiga de los bancos, de la troika, de los ricos, han venido a gritar. Susana -llamarla Susanita me recuerda a la canción del ratón- no ha gritado menos: quiere que la comprendan, que su compromiso es con todas las familias que no tienen vivienda y no sólo con estos okupas en cuestión. Pero su decisión, su reflexión y su respuesta no han sido civilizadas, a puerta cerrada, sino en plan corraleras, tal vez porque llegados a este punto de la legislatura, aquí se trata, sobre todo, de demostrar quién es más de izquierdas: ¿Tú que te apellidas obrero y te recompones el traje ante los banqueros? ¿O tú que presumes, a veces tan paradójicamente, de unir a la izquierda y te pasas por el forro de la demagogia el requisito de la igualdad (de tantos pobres) ante la ley? Tonto el último; que ya están aquí las elecciones...

Las últimas elecciones las ganó el PP, con 50 diputados, pero como nuestra democracia es representativa, se unieron los 47 del PSOE y los 12 de IU y formaron "un gobierno de izquierdas", que no tiene que ser exactamente lo mismo que un matrimonio siniestro. Al menos hasta que se acercan las elecciones y es preciso marcar la diferencia. Está claro que la principal interesada en hacerlo es Susana Díaz, no sólo porque acaba de aterrizar en el cargo sin ser votada por la ciudadanía, sino porque ve cómo su pareja de gobierno sube en intención de voto por leyes fraguadas en su seno como esta de la Función Social de la Vivienda que ha evitado tantos desahucios y que el PP, que ahora se frota las manos ante el corraleo matrimonial, ha recurrido ante el Tribunal Constitucional. Por eso ha sido Susana Díaz la primera en salir al corral, un tanto desesperada. 

Al corral ha salido también IU, o todos esos líderes que tiene IU casi alternativamente, ya sea el ínclito Maíllo, el antinstitucionista Cayo Lara o el utópico Llamazares, aquí vale cualquiera para hacerle frente a esta Susana que, a su juicio, se ha pasado tres pueblos y ahora se va a enterar. La contramenaza me ha parecido difícil de entender, pues no dan por zanjado el matrimonio, es decir, el pacto de gobierno, sino que ahora hablan de una "suspensión momentánea del acuerdo", que, matrimonialmente hablando, es como que tu mujer te mande al sofá. Esta noche nada más. O tal vez la siguiente también. 

La expresión nos recuerda con facilidad al "cese temporal de la convivencia" del que hablaba la Casa Real cuando sonaban campanas de divorcio entre la infanta Elena y su ex. La perífrasis eufemística gusta muchísimo en los ambientes reales del poder, ya lo ven. 



En el caso del matrimonio izquierdoso, como le gusta adjetivar al PP, la temporalidad supone un peligro porque viene a significar una falta de gobierno mientras, caprichosamente, no vuelvan a la cama marital. IU ha dicho que la pelea corralera durará hasta que Susana retire el decreto por el que retiraba las competencias en Vivienda a Cortés. Susana, a su vez, ha dicho que no retirará el decreto mientras no rectifiquen esas adjudicaciones de casas o -atentos a la jugada diplomática marital- mientras no expliquen a la ciudadanía que han cumplido estrictamente con la ley y no han beneficiado sectariamente a unas familias en concreto en perjuicio de las demás. O sea, que ahora Susana ve posibilidades de explicación, porque hablando se entiende la gente, incluso los matrimonios. 

En rigor, el calentón de Susana viene respaldado por la mayoría de esos otros pobres que esperan viviendas pero pacíficamente, resignadamente, en las casas de quienes los amparan en el seno de sus familias. Porque esa tipología de pobres son mayoritariamente votantes del PSOE, mientras que a los otros pobres, más aventureros, les tiran más IU. De modo que la contienda es, en cierto modo, un reparto de tipos de pobres. A mí me reclaman mis pobres que casas para todos, en igualdad de condiciones, porque todos somos obreros y españoles, dice Susana. A mí los míos me aplauden mucho estas decisiones corraleras y un tanto utópicas, replican los de IU. 

El caso es que, finalmente, la contienda no es tanto matrimonial sino de pobres contra pobres. Porque mañana, o pasado mañana, PSOE e IU se inventarán otro acuerdo para dejar de corralear y no entregar el gobierno de izquierdas a la derecha del PP. Tarde o temprano, conforme se acercan las elecciones, es como si se acercara la noche y el matrimonio, por muy de conveniencia que sea -que lo es-, comprenda más civilizadamente que fuera de la cama hace demasiado frío. Todo esto no habrá sido más que una bronca por una tontería, y en Viernes de Dolores. Al fin y al cabo, tus pobres y los míos son clientela fija.

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