El chulo del barrio, el más pegón, el que chapurreaba más palabrotas y más iba de gallito, nos enseñó en nuestra tierna infancia aquella setencia barriobajera de que lo que es de todos no es de nadie. Paradoja sin gusto que se ejercita en las malandanzas vespertinas de los niñatos que van dando patadas sin ton ni son y en las fechorías de otros mayorcitos a los que la noche confunde más de lo que todos quisiéramos. Todos los que hemos comprendido, definitivamente, que la res de todos, la cosa pública, es aún más propio que lo particular, pues en ella confluimos socialmente con uso individual y repetitivo. Sólo en la medida en que cuidemos lo de todos podremos convivir cómodamente, con garantías de bienestar auténtico, ese concepto que se tambalea cada vez que soplan vientos de crisis gruesa. Esta misma reflexión han debido de hacer los mandamases del municipio alicantino de Novelda, cuyo Ayuntamiento ha colocado los precios a cada pieza del mobiliario urbano. Una palmera, 1.800 euros; una papelera, 250. Etcétera.
Cada año los destrozos en el mobiliario urbano cuestan a estas arcas municipales 85.000 euros. Poco me parece para lo que estoy acostumbrado a ver por Sevilla y provincia. Ahora se confía en que los destrozones lean, pero es probable que esta gente no sepa leer, o no quiera, porque no mola o no hay ganas. O porque no es obligatorio fuera de las clases de Lengua. La Literatura es para algunos un coñazo pedante o un rato de sopor algunas mañanas en el aula. Así que dudo de la eficiencia de la medida, que, además del precio de cada elemento, ha ideado frases como éstas: "Bancos: en ellos te diste tu primer beso" o "Farolas: nos devuelven los colores que perdió la noche". Greguerías a prueba de bomba.
1 comentario:
A mí me parece una idea muy poética. Al verlo ayer en tv, me dieron ganas de escribir también unas palabras, pero es cierto que el gamberro, aún, no entiende de poemas... Hasta que, quizá, un buen verso le desfigure la cara.
Saludos
Manuel
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