viernes, 8 de mayo de 2009

Subastadas. De la costilla de Adán a la costilla de la modernidad


Lo de la costilla de Adán, tan bíblica y mítica, pudo ser metáfora misógina que los siglos han vaciado de literalidad hasta convertir el episodio del Génesis en literatura religiosa o entrañable (y desfasada) didáctica. Todo el mundo sabe hoy que la mujer no procede de un hueso del hombre, aunque, metafóricamente hablando, podamos decir que estamos hechos del mismo barro. Las peligrosas son otras costillas que, como también todo el mundo sabe, pueden significar trampas. Y no sólo para pájaros. Me abstendré de usar el término en femenino, no sea que se me tache de apología del machismo lingüístico cuando mi intención es tan otra.

Mi intención es denunciar la triste iniciativa de una discoteca de Granada entre cuya oferta de divertimento vespertino para adolescentes languidece con penumbra propia una pasarela de solteras (de niñas, en puridad) que aspiran a que los chicos las compren, también metafóricamente hablando, con billetes del Monopoly. Cuando Ayuntamiento, Junta y Fiscalía se han echado las manos administrativas a la cabeza, la discoteca ha empujado a su abogado ante las cámaras. El letrado (de letras, qué disparate) ha declarado que se trata de un "juego inocente" y que las subastas no son de verdad. Faltaría más. Las chicas desfilan por un escenario mientras un disk jockey carca, pringoso de feria pueblerina, las anima (las azuza) para que bailen, se contoneen e imiten a los desfasados modelos que modelan a la mujer como mercancía. La ganadora, es decir, la que caiga en la costilla, tiene derecho a un refresco en el reservado con el mejor postor. Puro proxenetismo descafeinado, disimulado, sucedáneo malintencionado.

El invento no es mérito de ningún viejo verde, sino de dos universitarios veinteañeros, que se defienden aduciendo que también han organizado fiestas similares pero con chicos subastados, con lo que quieren liberarse de la escalofriante etiqueta de discriminadores de género, gran tabú en los tiempos que corren. Hoy puedes organizar cualquier barbaridad, pero insiste mucho en hablar de bárbaros y bárbaras, de miembros y miembras. Eso le dará otro color a la cosa. El color de la psicodelia retrógrada que mezcla a nuestros jóvenes, incluso a los buenos, en el batiburrillo televisivo en el que los llamados valores (humanos, humanísticos) son igualmente material reciclable, de ése que se estudia sólo para salir del paso, pero no se memoriza porque hoy la memoria no importa nada.

El asunto es peligroso porque las metáforas, los símbolos y los menores son peligrosos. Las dictaduras, que tanto saben, lo han sabido siempre de sobra. Y por eso se cargan a los poetas. Y esta dictadura nueva del nihilismo ramplón, también. En este sentido, estas fiestas no son vejatorias para las chicas que se muestran o para los niños que pujan, sino para ambos, porque ambos son menores. Y los billetes del Monopoly constituyen metáfora peligrosísima porque el billete de juguete en sí es imagen poetizada del billete de veras al que aspiran y manejarán en pocos años. Por último, la subasta representada también es un peligro público porque simboliza la cosificación del ser humano, su valor de cambio como todo producto de este capitalismo agonizante.

En rigor, lo que los menores, como marionetas de ensayo para esta discoteca que engorda a sus clientes, han de concluir es que todo tiene un valor monetario, de falsa moneda, de moneda de traición o de moneda de veras. Qué más da, si el objetivo es pujar y ganar, como en tantos programas de esta tele nuestra donde unos programas basura se reproducen, retroalimentan y continúan en otros, en un bucle laberíntico de basurero gigante.

Si tal estorcolero virtual (con sus modelos fugaces, vacíos, operados, sin apellidos, instrascendentes, engolosinados en una estética cutre sin ética) inunda la vida, concluiremos nosotros que nos convertimos en basura. Y entonces ya nada importará nada.

  • Este artículo también se incluye en el número 1.955 del semanario Cambio16.

2 comentarios:

Jesús dijo...

Totalmente de acuerdo, Álvaro. No hay que olvidar que también son algunas chicas las que se prestan al juego. Es triste, pero es así. Qué "diver" ser "comprada" por una turbamulta de miradas lascivas.

Isabel Álvarez dijo...

Ojalá estos jóvenes se parezcan en un futuro no muy lejano a esos otros de los que hablas en otros artículos, emprendedores, investigadores, entusiastas creativos, ojalá encuentren el verdadero sentido de la vida.Saluditos de nuevo.