Y esta vez, ni pincho ni corto.
"Freír buñuelos ¿es un arte o un oficio? Llamar arte a la destreza de pasarse a un toro por la tripa manipulando una tela es un despropósito, por mucho que los aficionados valoren esos lances, y al despropósito se añade la degradación e incluso la ignominia si el ministerio de Cultura equipara ese oficio a la labor de los poetas, pintores, músicos, bailarines o actores insignes, premiando cada año con una medalla similar al torero de turno. Recientemente ha habido un pique entre matadores. Dos de ellos, que se creen ese cuento, han devuelto la medalla al ministro de Cultura, al sentirse agraviados en su arte porque también le ha sido concedido a un colega mediocre cuya fama se debe sólo a la prensa del corazón. A lo largo de la historia la cultura en España ha sufrido una continua humillación a través de la incuria popular, la falta de medios y el desinterés de los políticos, pero ninguna caída es comparable al hecho de que el ministerio haya elevado oficialmente a la categoría de arte la tortura de un animal, que se ofrece al público como espectáculo. No son estos toreros celosos, sino los pintores, músicos, actores y poetas premiados quienes deberían remitir a la ministra de Cultura la medalla ahora degradada al tener que compartirla con el oficio de sacrificar toros diestramente a navajazos."
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