Lo clavaba el escritor leonés Julio Llamazares, el autor de la maravillosa novela La lluvia amarilla (1988), hace 12 años. Hay pocas definiciones de nuestra labor tan perfectamente hilvanadas como esta:
"Yo creo que la labor de un escritor es contar de la mejor manera posible; de los miles de millones de formas de contar una historia, tratar de contarla de la mejor manera posible. No se trata de contar una historia por contarla, sino de sacarle el máximo jugo a esa historia, y eso solo se consigue a través de la manipulación del lenguaje. Otros trabajan manipulando hierro, manipulando la piedra…, el escritor trabaja manipulando el lenguaje y creo que la labor del escritor, en cierto modo, es como la labor de los ríos que van puliendo las piedras hasta que producen una música determinada en el agua. Los escritores hacemos eso, lo que yo entiendo por escritor: limamos, pulimos las palabras como si fueran piedras hasta que producen una música y una poesía determinada que es la que uno pretende"
Yolanda Delgado Batista, 1999
1 comentario:
Es volver a la encrucijada de Juan Ramón cuando invocaba a la Intelijencia para que le diera el nombre exacto de las cosas. Pero... ¿quién está en disposición de ser tocado por la Musa? ¿Esa Musa, nace o se hace? ¿O ambas cosas? Creo que el oficio de escribir tiene también mucho de sufrimiento mientras la Inteligencia nos toca con su varita mágica.
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