viernes, 20 de mayo de 2011
jueves, 19 de mayo de 2011
El barco de Chanquete
No nos moverán, es lo que dicen en esas plazas que ya no sólo se llama del Sol, sino también de cualquier luna en todas las latitudes de esta España nuestra que sale en los periódicos de medio mundo, como hace unos meses salían los egipcios o los tunecinos, aunque aquí nadie tenga enfrente una dictadura ni un pelotón de fusilamiento. Más cornás da el hambre, que dijo aquel torero, que también los toreros han dicho frases célebres, y por eso perdurarán, no por las cornadas ni por sus puertas grandes o chicas.
Ni grande ni chica es la salida que encuentran los de 'Democracia real, ya', indignados con toda la razón del mundo por el ausente cartel de 'No hay salida' construido a partes iguales por todos los agentes del Sistema, ese bicho kafkiano que cada vez nos asusta más a todos. También ustedes habrán visto esa leyenda en camiseta de "Sin curro, sin casa, sin pensión, sin miedo". La gente que no tiene nada que perder, que por desgracia es muchísima, cada día más, no tiene más remedio que acudir a la plaza más próxima para gritar su indignación, su frustración. Es lo que le dicta el corazón, sí, pero también la razón, el estómago y el bolsillo vuelto del revés, en mueca burlona contra la subida de la luz, la hipoteca crecidita y el carrito de la compra.
Los medios de la derecha andan diciendo que todo esto es una maniobra del PSOE, que es una cortina de humo para tapar el paro y todo lo demás. Argumento manido que no se creen ya ni los de Intereconomía, predispuestos desde el principio hasta no sabemos cuándo a resaltar el olor a marihuana de las acampadas. En estos campamentos civiles olerá a lo normal: marihuana, puede ser, pero también a pis, a sudor, a pie, a plástico, a lluvia desubicada. Pero eso no es más que quedarse en la irritante anécdota, que a estos dinasuarios les conviene para no despertar de su sueño comodón, para no darse de bruces con lo viejo que son, con lo vistos que están, con lo nerviosos que se ponen cuando tanta juventud de este planeta, y no de otro como ellos, sale a la calle digan lo que digan los demás.
También el PSOE maquilla su discurso con pinceladitas de última hora. "Hay que escuchar, hay que ser sensibles", ha dicho Zapatero. A buenas horas mangas verdes. La Chacón intenta también apoderarse del espíritu de la acampada, como si ella no hubiera salido aún de aquel otro picnic parisino de otro mayo de hace más de cuarenta años. El viejo Rubalcaba es prudente, y lo demuestra con sus manitas hechizantes.
Lo del PP es para troncharse. Unas pensando en los geos para que barran tanta cochambre. Otros aprovechando paralelismos inventados para argumentar que los de las plazas y ellos quieren lo mismo: echar al gobierno. ¡No, señor Pons, no! Los de las acampadas quieren echar al gobierno y a usted y a los de más allá, quieren acabar con ustedes los profesionales del atril, las ruedas de prensa sin preguntas y los sueldazos por la cara. Los de las acampadas están redactando ya verdades como puños y frasecitas de sentido tan común tan común que a ninguno de ustedes se les había ocurrido nunca.
En IU, otros que mejor bailan. En peligro de extinción por méritos propios, ahora quieren agarrar micrófono y abrazar a estos hermanos suyos de la indignación absoluta. Pero, hombre, a dónde vais. Esto ya no es izquierda ni derecha. Esto ya no es progresismo ni conservadurismo. Esto ya no se llama proletariado ni plusvalía. Todo se lo llevó el carajo. Y vuestros mítines decimonónicos se venden a precio de saldo en una tienda de antiguallas.
Ayer eran Madrid, Barcelona, unos pocos en Sevilla y Granada. Poco más. Hoy son todas las capitales de provincia y las portadas de todos los periódicos de Occidente. Ahora la junta electoral dice que prohibido. Los de 'Democracia real, ya' dicen que tururú.
A ver qué va a pasar con el voto, porque hoy por hoy es lo único que sirve. Eso de no ir a votar puede ser un arma que se dispara por la culata, porque en los comicios no hay ningún mínimo para considerarlos válidos, ¿verdad? Si en vez de un 70% de votantes, va un 50%, esa mitad decide. ¿Y si va un 35%? ¿Y si fuera un 15% solo? ¿La Ley de D'Hont o alguna otra dice algo de eso?
Me voy a la cama en una noche histórica. Habrá que seguir su curso por el trazado de sus estrellas.
Ni grande ni chica es la salida que encuentran los de 'Democracia real, ya', indignados con toda la razón del mundo por el ausente cartel de 'No hay salida' construido a partes iguales por todos los agentes del Sistema, ese bicho kafkiano que cada vez nos asusta más a todos. También ustedes habrán visto esa leyenda en camiseta de "Sin curro, sin casa, sin pensión, sin miedo". La gente que no tiene nada que perder, que por desgracia es muchísima, cada día más, no tiene más remedio que acudir a la plaza más próxima para gritar su indignación, su frustración. Es lo que le dicta el corazón, sí, pero también la razón, el estómago y el bolsillo vuelto del revés, en mueca burlona contra la subida de la luz, la hipoteca crecidita y el carrito de la compra.
Los medios de la derecha andan diciendo que todo esto es una maniobra del PSOE, que es una cortina de humo para tapar el paro y todo lo demás. Argumento manido que no se creen ya ni los de Intereconomía, predispuestos desde el principio hasta no sabemos cuándo a resaltar el olor a marihuana de las acampadas. En estos campamentos civiles olerá a lo normal: marihuana, puede ser, pero también a pis, a sudor, a pie, a plástico, a lluvia desubicada. Pero eso no es más que quedarse en la irritante anécdota, que a estos dinasuarios les conviene para no despertar de su sueño comodón, para no darse de bruces con lo viejo que son, con lo vistos que están, con lo nerviosos que se ponen cuando tanta juventud de este planeta, y no de otro como ellos, sale a la calle digan lo que digan los demás.
También el PSOE maquilla su discurso con pinceladitas de última hora. "Hay que escuchar, hay que ser sensibles", ha dicho Zapatero. A buenas horas mangas verdes. La Chacón intenta también apoderarse del espíritu de la acampada, como si ella no hubiera salido aún de aquel otro picnic parisino de otro mayo de hace más de cuarenta años. El viejo Rubalcaba es prudente, y lo demuestra con sus manitas hechizantes.
Lo del PP es para troncharse. Unas pensando en los geos para que barran tanta cochambre. Otros aprovechando paralelismos inventados para argumentar que los de las plazas y ellos quieren lo mismo: echar al gobierno. ¡No, señor Pons, no! Los de las acampadas quieren echar al gobierno y a usted y a los de más allá, quieren acabar con ustedes los profesionales del atril, las ruedas de prensa sin preguntas y los sueldazos por la cara. Los de las acampadas están redactando ya verdades como puños y frasecitas de sentido tan común tan común que a ninguno de ustedes se les había ocurrido nunca.
En IU, otros que mejor bailan. En peligro de extinción por méritos propios, ahora quieren agarrar micrófono y abrazar a estos hermanos suyos de la indignación absoluta. Pero, hombre, a dónde vais. Esto ya no es izquierda ni derecha. Esto ya no es progresismo ni conservadurismo. Esto ya no se llama proletariado ni plusvalía. Todo se lo llevó el carajo. Y vuestros mítines decimonónicos se venden a precio de saldo en una tienda de antiguallas.
Ayer eran Madrid, Barcelona, unos pocos en Sevilla y Granada. Poco más. Hoy son todas las capitales de provincia y las portadas de todos los periódicos de Occidente. Ahora la junta electoral dice que prohibido. Los de 'Democracia real, ya' dicen que tururú.
A ver qué va a pasar con el voto, porque hoy por hoy es lo único que sirve. Eso de no ir a votar puede ser un arma que se dispara por la culata, porque en los comicios no hay ningún mínimo para considerarlos válidos, ¿verdad? Si en vez de un 70% de votantes, va un 50%, esa mitad decide. ¿Y si va un 35%? ¿Y si fuera un 15% solo? ¿La Ley de D'Hont o alguna otra dice algo de eso?
Me voy a la cama en una noche histórica. Habrá que seguir su curso por el trazado de sus estrellas.
miércoles, 18 de mayo de 2011
Algo está pasando
Digo yo, o es posible también que sean estertores de conciencia débil y a destiempo, que algo está pasando, y no sólo en la madrileña Puerta del Sol, para que miles y miles de personas se hayan echado a la calle con ese mensaje de hartazgo radical, asilvestrado y de picnic incómodo bajo el lema 'Democracia real, ya'. Como una aburguesada copia de la revolución tunecita o egipcia pero de la que no conocemos el desenlace, estos jóvenes que protagonizan el final de la campaña más burguesa aún de los partidos tradicionales pueden diluirse en los próximos días o constituir el inicio de un cambio de ciclo en la democracia que conocemos, la de los partidos profesionalizados y los políticos que no saben dedicarse a otra cosa que a renovar su gusto por el sillón. Llevamos ya muchos años de crisis, casi cuatro, y hasta ahora nadie ha dicho esta boca es mía, salvo algún sindicato, y por cumplir, como suelen. El bolsillo es nuestro punto débil, pero ha de darse la vuelta como un calcetín vacío para que el mensaje de desesperanza llegue al cerebro. Estaremos atentos. Tenemos que estarlo. La foto de Samuel Sánchez, de El País, es inquietante.
miércoles, 11 de mayo de 2011
Si todo se cumpliera
Dicen que los mítines son instrumentos políticos del siglo XIX. Puede ser, pero todavía funcionan. Y se llenan, o medio llenan, depende del partido y del lugar. En cualquier caso, tienen una dosis fortísima de surrealismo que a mí me sigue sorprendiendo. Por ejemplo, qué pasaría si absolutamente todo lo que se promete en ellos se cumpliera. Evidentemente, los primeros que confían ciegamente en que no todo lo que prometen se cumpla son los propios mitineros. Sería insostenible. Pero los escuchantes tienen que sostener sus esperanzas aunque sea por debajo de lo real, es decir, en lo surreal, tan emparentado con el humor más fino. Por eso oír mítines es también una forma de pasar el rato con media sonrisa prometedora.
domingo, 8 de mayo de 2011
El principio de una gran amistad
El pasado 30 de abril, desde El Casino para el mundo, pusimos a Miguel Roldán Roldán en su sitio. Hablamos de su literatura, de sus hazañas, de su enorme corazón. Ahora vamos a editar su obra como lo mereció desde un principio. Larga vida a su palabra.
jueves, 5 de mayo de 2011
¿Quién mató a Bin Laden?
No me vale como respuesta Estados Unidos, ni Barack Hussein Obama, ni un comando de la Marina de Guerra estadounidense, ni el odio reconcentrado de Occidente u otras cursilerías semejantes. No. Me refiero a quién apretó el gatillo, quién le metió la bala por el ojo e hizo estallar su masa encefálica en una fracción de segundo. Sería un hombre (¿o una mujer?) que nació, creció y se hizo adulto para ingresar en el Ejército, sin pensar jamás que estaba llamado a aniquilar de un disparo fugaz al hombre más buscado de la Tierra en toda la Historia. Quien matara a Bin Laden tendrá realmente una historia de abuelo cebolleta que contarle a sus nietos, aunque no lo crean. Cuando pasen muchos años, el marine de tiro fácil que derrumbó a Bin Laden sobre el suelo como cayeron aquellas dos torres sobre New York insistirá chocheando en que fue él quien mató a Bin Laden, fui yo, fui yo quien apretó el gatillo, me lo encontré de frente, con las manos en el regazo y de repente se incorporó con reflejo de pájaro de tan mal agüero, y entonces le disparé, sin pensarlo, sin pensar yo siquiera qué excusa iba a poner luego, qué explicación tendríamos que hilvanar en la Casa Blanca... Fui yo, fui yo quien maté a Bin Laden. Sí, abuelo, sí, lo que tú digas; ahora le ha dado por ahí.
Esto ocurrirá un día no muy lejano, y es probable que entonces caigamos en la cuenta de que necesariamente alguien tuvo que matar a Bin Laden, descerrajarle un tiro o dos para que se desplomara para siempre, diez años después de aquellos telediarios que duraron días, aquella maratoniana crónica de los escombros y los sonámbulos y los 3.000 muertos en la zona cero.
Pero para entonces, como ahora, no tendrá importancia quién fuera el que apretó el gatillo, el que no se lo pensó dos veces ni mucho menos se acordó de las reglas, las normas, la civilización, la justicia, las garantías procesales, los careos, los derechos, las sentencias, los recursos, el amparo, la ley, la defensa, el humanismo, la condena o el fiscal. Al fin y al cabo, todo esto es sólo atrezzo de zafarrancho para ir salvando mojones en la desenfrenada carrera por la venganza tan lejos del saloon, donde alguien colgó un día el cartel con 'Se busca ' y no precisó aclarar "Mejor muerto que vivo". Al fin y al cabo, cuando les toca el perder a los amos del mundo, toda la teoría resulta ser un cuento chino, o un cuento árabe traducido a todas las lenguas, para que nos enteremos de una puñetera vez.
Esto ocurrirá un día no muy lejano, y es probable que entonces caigamos en la cuenta de que necesariamente alguien tuvo que matar a Bin Laden, descerrajarle un tiro o dos para que se desplomara para siempre, diez años después de aquellos telediarios que duraron días, aquella maratoniana crónica de los escombros y los sonámbulos y los 3.000 muertos en la zona cero.
Pero para entonces, como ahora, no tendrá importancia quién fuera el que apretó el gatillo, el que no se lo pensó dos veces ni mucho menos se acordó de las reglas, las normas, la civilización, la justicia, las garantías procesales, los careos, los derechos, las sentencias, los recursos, el amparo, la ley, la defensa, el humanismo, la condena o el fiscal. Al fin y al cabo, todo esto es sólo atrezzo de zafarrancho para ir salvando mojones en la desenfrenada carrera por la venganza tan lejos del saloon, donde alguien colgó un día el cartel con 'Se busca ' y no precisó aclarar "Mejor muerto que vivo". Al fin y al cabo, cuando les toca el perder a los amos del mundo, toda la teoría resulta ser un cuento chino, o un cuento árabe traducido a todas las lenguas, para que nos enteremos de una puñetera vez.
- Este artículo se publica asimismo en el nº 2.059 del semanario Cambio16.
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