viernes, 14 de diciembre de 2012

Tuiteando por cumplir

Hay en los pueblos de la tierra mía una acepción del verbo cumplir que no se utiliza para las velitas de la tarta ni para referir las obligaciones, sino una especie de comportamiento tan hipócrita como socialmente aceptado por el que uno hace las cosas -ciertas visitas, ciertos regalos, ciertos pésames en los funerales- no porque esté convencido de que sea lo mejor o porque el corazón lo pida desde su convencimiento racional o moral, sino simplemente "por cumplir", es decir, por quedar bien, o sea, por ir donde va Vicente, como la gente, o, dicho de otro modo, por camastrón aborregamiento de la inmensa mayoría, dominada por esa espiral del silencio con la que nadie se mete. Y me he acordado de ella, de la acepción, digo, a propósito de ese primer tuit del Papa, Benedicto XVI, ahora @Pontifex para sus amigos (del twitter), que él ni siquiera ha escrito pero que ha lanzado al mundo desde una salita del Vaticano presionando el botón del intro. Aunque Su Santidad ha seguido después a lo suyo, su gente de comunicación no ha tenido empacho en explicar que el mensaje en cuestión ("Queridos amigos, me uno a vosotros con alegría por medio de Twitter. Gracias por vuestra respuesta generosa. Os bendigo a todos de corazón") no lo ha escrito él, sino que se ha limitado a darle al bontoncito, e incluso que los demás tampoco los escribirá él en persona, sino algunos colaboradores. Ni siquiera contestará personalmente a tres preguntitas sobre la fe que se seleccionarán entre las miles que le formularán, sino que también serán sus colaboradores. En fin, he pensado, que el Papa se ha sacado esto del Twitter más o menos por cumplir, por estar en la pomada, por hacer el paripé de que se acerca mucho a los jóvenes y a la calle a través de estas golosinas de la redes sociales y demás. Y se lo ha sacado o se lo han sacado de la manga porque necesita cumplir en ese sentido que ya me imagino que va usted comprendiendo.

El cumpli-miento no tendría la menor importancia si no se tratase de quien se trata. Yo mismo me he sacado una cuenta de esas, pero yo no tengo importancia, y lo mío no ha sido por cumplir con nadie, sino por pasar el rato. El caso es que del Papa, representante de Cristo en la Tierra, no se espera uno que haga nada por cumplir, tal vez porque a uno se le olvida demasiado ligeramente que el Papa era antes un hombre cualquiera, que se llamaba Josep y comía ciruelas o escribía libros sobre la fe y otras cuestiones resbaladizas. Pero precisamente porque, además de un teórico espejo de Dios aquí abajo, era y es también un intelectual, @Pontifex deberá haber reparado, estoy seguro, en el hecho de que también Jesucristo era un tuitero. De los buenos, además, ya que este sistema de comunicación con limitación de caracteres no sólo se parece mucho a esa creación por intensión de la poesía, sino a esa manía luminosa de los grandes de la Historia de dejar tuits lapidarios para facilitar su memoria y, a veces, su digestión. Los mensajes de Jesucristo fueron desde el principio algunos de los mejores tuits de la Historia de la Humanidad y, particularmente, de esa Historia que en la Iglesia gusta tanto llamar "de la Salvación". Algunos son los siguientes: "Amaos los unos a los otros como yo os he amado"; "Amad a vuestros enemigos"; "El que no tenga pecados, que tire la primera piedra"; "Más fácil le es a un camello entrar por el ojo de una aguja que a un rico en el Reino de los Cielos"; "Bienaventurados los pobres de espíritu porque de ellos es el Reino de los Cielos"; o "Perdónalos porque no saben lo que hacen"... Y no sigo, pero podría, hasta tuitear el Evangelio entero. Tal vez porque las cosas importantes necesitan pocas palabras, es más, precisan de una depuración de buen gusto que las ponga a disposición de todo el que quiera oír. A propósito, otro tuiter de Cristo: "El que tenga oídos para oír, que oiga".

Haría bien Su Santidad en aparcar para este tiempo de recortes y austeridad esas largas encíclicas que nadie lee y esos largos convenios con los poderosos del mundo que a nadie interesa salvo a los poderosos de la Iglesia y esas largas disquisiciones teológicas que nadie entiende y ajustarse más al hic et nunc de los pobres de este mundo, más necesitados de tuits que sean como las verdades del barquero, concisas, claras, de un amor palmario. Tal y como hacía Cristo, y tal y como hacen todavía hoy tantos cristianos de vocación que predican menos y hacen más, que se institucionalizan menos y ayudan más, que se revisten menos y se mojan más, que alaban menos al Padre y lavan más a los hijos desperdigados por esos mundos de Dios, que no dogmatizan nada pero lo dudan todo porque lo nuestro es dudar. Dudar sobre cualquier afirmación tan larga tan larga que no quepa en el twitter. 


-Este artículo se publica también en el nº 2.133 del semanario Cambio16

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