domingo, 23 de febrero de 2014

Historia de una hermandad y de medio pueblo

El último libro del cronista oficial de la Villa, Antonio Cruzado, alberga más profundidad de la que aparenta, pues no es sólo un libro de la historia de la Hermandad del Cristo de la Vera Cruz, María Santísima de los Remedios y Nuestro Padre Jesús Cautivo, la más popular de la localidad, sino, sobre todo, el resultado de una labor investigadora que rescata -y adapta para ser leído- el documento original más antiguo del pueblo, que son las Reglas de dicha hermandad, fechadas en 1566; bucea en las peripecias de una cofradía que hoy cuenta con tres titulares con orígenes y desarrollos muy dispares en el seno de una localidad dependiente de la ciudad de Sevilla, Villafranca de la Marisma, e independiente de la otra localidad vecina, Los Palacios -del Ducado de Arcos-, con la que no habría de unirse oficialmente hasta 1836; y, de paso, hace un llamamiento a los jóvenes cofrades para que vuelvan al sentido originario de una hermandad. Quien lo afirma en el prólogo de su propio libro, Cruzado, fue hermano mayor de la misma hace varias décadas: "Las hermandades en general y esta nuestra en particular están demasiado distantes de las razones de religiosidad, fervor y caridad cristiana que hace ya cinco centurias dieron lugar a su nacimiento".
 

   El trabajo de Cruzado se remonta al 24 de noviembre de 1501, cuando el Concejo de Sevilla otorga Carta de Poblamiento a Villafranca de la Marisma, aldea de poco más de medio millar de habitantes a la que dota, además de servicios como agua, cabildo, cárcel o mercado, de una capilla, más bien una ermita en medio del descampado marismeño, consagrada a San Sebastián -hoy patrón local-, y en la que ya estaba la talla de la Virgen de Los Remedios, de autor anónimo y que respondía entonces al lacónico nombre de Virgen María.    
 
    El libro -que fue presentado hace dos jueves en la Casa de la Cultura- se centra primero en las vicisitudes de un humilde templo en lucha contra las inclemencias del tiempo y la desidia, al amparo de mecenas que le regalan sucesivas reparaciones hasta llegar a las más contundentes de mediados del siglo XIX y que persigue consagrarse al culto ordinario, pese a la oposición frontal de la otra villa, Los Palacios, cuyas autoridades religiosas y civiles se empeñaron durante más de un siglo -antes de la unión de ambas villas- en que era suficiente con su parroquia de Santa María la Blanca. 
 
    La nueva publicación de Cruzado desmenuza asimismo la historia de una hermandad sin Cristo titular, la de la Vera Cruz, y la de una Virgen -la de Los Remedios- sin hermandad, que, existentes desde el Quinientos, no habrían de fundirse en una sola corporación hasta 1930. Entretanto, el espíritu crucero del siglo XVI arraigó primero en una capilla varias décadas antes de la fecha de 1566 que aparece en las Reglas de aquella cofradía primigenia que ostentaba el nombre de la Santa Vera Cruz y Sangre Preciosa de Nuestro Señor Jesucristo, cuyos 41 capítulos aparecen recogidos ahora en castellano actual. La hermandad hacía sus estaciones de penitencia con hermanos displicentes que se flagelaban y hermanos de luz, hasta que el párroco de Santa María la Blanca, Manuel Caballero de León, prohibió la procesión en 1781, justo cuando él fundó una nueva hermandad, la del "Pecado Mortal" que revolucionó la Semana Santa de finales del siglo XVIII al desplazar de sus días y horarios habituales a las demás cofradías de ambas villas y que acabó convirtiéndose en la actual hermandad servita de Nuestra Señora de los Dolores.

    La hermandad hibernó entonces hasta el primer cuarto del siglo XIX, con sus escasos enseres desperdigados por casas particulares. Fue ya a mediados de aquella centuria cuando don Fernando Parejo, que poseía el libro de las primitivas Reglas y lo donó al archivo de Santa María la Blanca y ropas de la Virgen de Los Remedios, dedicó buena parte de su herencia a renovar el templo.

    A la altura de 1929, la Hermandad de la Vera Cruz contaba con un Crucificado -que Cruzado atribuye con dudas al escultor Blas Hernández Bello- desde el siglo XVII. La Virgen de los Remedios, por su parte, había conseguido aglutinar una hermandad en 1889. Y fue entonces, a punto de proclamarse la II República, cuando el Crucificado y la Virgen formaron una sola hermandad. Luego vino la "difícil situación política" que dejó a la hermandad sin procesión en 1932 y 1936, la "graciosa" donación del Cristo en 1940 por parte del párroco de Santa María la Blanca, Manuel Fontádez, a la parroquia de El Castillo de las Guardas, incendiada durante la guerra, y la donación de un nuevo Cristo, el encargado por doña Manuela González 'La Curá'  por 6.000 pesetas a Castillo Lastrucci, que es el Cristo actual. Y ya hace tan sólo 25 años, la llegada de Nuestro Padre Jesús Cautivo, obra del escultor sevillano Juan Manuel Miñarro. 

    El libro, titulado La Hermandad de la Vera Cruz de Villafranca de la Marisma y provisto de numerosas fotografías y documentos antiguos reproducidos, se completa con datos de la dinámica cofradía actual, con 2.820 hermanos, dos jornadas procesionales -Martes y Jueves Santo-, una banda de cornetas y tambores propia y un nuevo retablo -obra de los hermanos Caballero- en proceso de construcción.

2 comentarios:

dorionrubia14@gmail.com dijo...

Compraré el libro,
El Cristo actual de la Veracruz
guarda gran parecido con el Cristo de la Buena Muerte de la Hermandad de la Hiniesta que tambien tallara Castillo Lastrucci.
Gracias Alvaro

J10 dijo...

Muy bien, Dori. Sé que está en las librerías del pueblo, por ejemplo en la de Pedro Blanco (Manchón de la Pepona). En efecto, ambas tallas del mismo escultor son muy parecidas. Es interesante contrastar las duras reglas cofrades de entonces con la situación actual. ;)