lunes, 8 de septiembre de 2008

El suicidio y otros horrores del nuevo socialismo


Dice el científico Bernat Soria, a la sazón ministro español de Sanidad, que el suicidio asistido es una imperiosa reflexión que está sobre la mesa y que el lema "tu cuerpo es tuyo" es socialista. Miente en ambos casos. Y a mí, ante tal cúmulo de cuentos, se me queda el cuerpo de piedra.

Cuando alguien se suicida, todos perdemos una infinitésima parte de nosotros mismos. Tal vez todos tuvimos una infinitésima parte de culpa de que esa persona no se hubiera sentido en este mundo de todos como en casa. Tal vez interiorizó tanto sus prosaicos problemas que dejó de mirar afuera y se refugió en una oscura cueva de negros remordimientos. Hasta que cogió decididamente la soga o la cuchilla o... Suicidarse, palabra maldita donde las haya, es acabar no sólo con la vida, sino con el principio mismo de su concepto. Cuando alguien se suicida no sólo acaba con su vida, insisto, sino con una parte, aunque sea pequeña, de la vida de todos los demás. Y el socialismo, que tanto ha predicado sobre la vida de todos, de la gran comuna de la sociedad, no tiene derecho ahora a hablar con tanta alegría de suicidio, eutanasia, aborto y otros horrores domésticos de este siglo XXI que empezamos. Pero es probable que los llamados nuevos socialistas no tengan demasiado que ver con el clásico socialismo que yo conozco: el que defiende a los más débiles, a saber, a los moribundos, a quienes han perdido la esperanza de seguir viviendo, a quienes están a punto de nacer y se sienten indefensos. Ser socialista, para mí, no es decir "mi cuerpo es mío", sino poner mi cuerpo y mi vida a disposición de quienes lo necesiten.

Un ministro de Sanidad, como su propio nombre indica, no puede ser un agente gubernamental de la muerte asistida, sino un señor del gobierno que piense en cómo sanar incluso a quienes han dejado de confiar en la vida. Lo contrario es plantear que a quien no esté a gusto en el barco, le demos el empujón definitivo. Y eso se parece más al maquiavélico neoliberalismo que busca siempre la rapidez en los asuntos comunes para rentabilizar la individualidad. Eso no se parece en nada a la solidaridad ni al amor. Tampoco al socialismo al margen de estos pseudoprogres que se empeñan en gobernarnos y que levantan tétricos debates en vez de encarar la crisis económica de una puñetera vez.

La Sanidad está para sanar, no para matar mirando sonriente hacia otro lado.

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