Rafael Sánchez Ferlosio, que el próximo día 4 cumplirá 82 tacos por haber nacido también el año de la fabulosa Generación del 27 (tan sólo dos semanas antes de la célebre reunión en Sevilla), se ha visto galardonado con el Premio Nacional de las Letras, uno de los que todavía tienen prestigio. Es uno de esos autores muy estudiados y poco leídos. Debe su fama entre los estudiantes que no lo leen a El Jarama, una novela de realismo social que muestra el aburrimiento congénito de una generación de jóvenes de la posguerra en sólo unas horas de merienda en la ribera del río que da nombre al libro. En su familia, mamó siempre la literatura, pues su padre fue el escritor y político Rafael Sánchez Mazas, y su mujer, al menos durante un tiempo, fue la también escritora Carmen Martín Gaite. Su realismo radical se aproxima al neorrealismo italiano, aunque no creo que tuviera nada que ver que naciera en Roma, sino más bien su personalidad analizante en una época tan irritantemente estéril como la que le tocó vivir. Lo he oído en más de una ocasión anunciar el cierre de su producción, pero siempre escucho títulos nuevos. De entre sus novelas, más que la famosa ya mencionada, recomendaría la deliciosa Industrias y andanzas de Alfahuí, entre la picaresca y el realismo mágico; y entre sus ensayos, la colección de artículos publicada en 2002 bajo el atractivo título de La hija de la guerra y la madre de la patria. Yo la leí en la editorial Destino en unas cuantas noches obligadas en la biblioteca de mi pueblo. Y guardo un regusto gratísimo de su inteligente escritura.
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