Desde ayer se me acumula una rabia difícil de digerir porque son ya muchas cornás al oficio que más amo del mundo. Después de enterarme de que El Correo de Andalucía vuelve a hacer nuevos recortes precisamente entre algunos de sus mejores profesionales, para reducir costes, según el criterio de sus mandamases, o para terminar de hundir al decano de la prensa sevillana, según el criterio del sentido común, veo a Cospedal, de la nueva guardia agresiva del PP, menospreciando íntegramente a la directora del programa de la mañana de TVE, Ana Pastor, paradójicamente con el mismo nombre y apellido de aquella ministra de Sanidad de la era de Aznar. Digo que el menosprecio fue íntegro porque no sólo se desprendió por sus palabras de rechazo a la opinión de la periodista, sino por su tono y hasta su mirada. Un contertulio preguntó a la secretaria general de los populares qué había del ataque de su partido contra Radio Televisión Española, a lo que la susodicha dijo que la objetividad informativa en asuntos políticos de la televisión pública dejaba mucho que desear. Pastor se sintió agredida por lo que le toca y reaccionó preguntándole cuál era el modelo que ella (ellos, los populares) consideraban para poder hablar de televisión imparcial, y le añadió, como coda: "¿Canal Nou o Telemadrid, quizás?", tras lo que Cospedal perdió el hilo de su argumentación y se agarró al hilo del ataque compulsivo, sin acordarse, claro, del ce-ce-o-o de aquel Urdaci de infausto recuerdo, por ejemplo. Como acostumbra la derecha profesional de este país nuestro, la vice, Ana Mato, sale después asegurando que "nunca" en su vida ha visto "tanta manipulación en TVE como ahora".
Nunca. Será porque nunca ha sido esta cadena tan imparcial ni ha estado dirigida por profesionales tan honestos y movidos por criterios puramente periodísticos como hasta ahora, y claro, para un partido acostumbrado a mover los hilos de la televisión que consideran de su propiedad, este ejercicio de objetividad informativa les parece, evidentemente, manipulación de sus intereses. Ahí llevan razón. Eso mismo les pasa a los socialistas en otros ámbitos donde también han estado acostumbrados a mandar y si ahora o luego se hace televisión decentemente imparcial les parece manipulación. Manipulación de los intereses generales del partido, quieren decir. Pero no lo dicen; dicen "manipulación", que suena en vez de a manos que trabajan para modelar un producto -la información, por ejemplo- a "corrupción", vocablo que a los políticos en general les suena más familiar.
Los periodistas somos mensajeros y desde tiempo inmemorial se nos quiere matar. Matar al mensajero ha sido el desahogo más rápido y fácil de nuestros poderosos a lo largo de nuestra historia. Ahora se ha puesto de moda, porque la crisis y las nuevas tecnologías lo permiten, el paquete mediático que los partidos, objetivamente, producen para enviar a los medios, a quienes surten de todo: de fotos, de textos, de videos y hasta de titulares precisos. Los mensajeros sólo tienen que copiar y callar.
Cuando una periodista como Ana Pastor se atreve a intervenir, como intelectual de la sociedad que es también, dando su opinión o instando a un representante público a que se explique mejor, se convierte en una mensajera señalada, cuya cara no se les olvidará a los del PP cuando dentro de un año comiencen a mandar en España. Si este es el nivel medio de nuestra España democrática en los albores del siglo XXI, creo normal que no se me pase este cabreo de constatar que la masa, en general, sigue preocupadísima por el partido de vuelta Real Madrid-Barça. Mañana, más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario