Andan los curas, algunos curas, haciendo lo que mejor saben en los altares: lloriquear cual hermandad de San Vicente. Ahora lo hacen como propaganda de pobreza frente al nuevo sistema de financiación que les ha procurado el gobierno socialista y que les mejorará las cantidades prestadas siempre que la feligresía responda, como mínimo, igual que hasta ahora. El gobierno socialista actual, el mismo del que algunos presbíteros dicen que está rompiendo España y tremebundas cosas parecidas, es también el único de cuantos han pasado por nuestra todavía joven democracia que ha descartado una revisión de los acuerdos con la Santa Sede de 1979. Todos los anteriores no prometieron nada, simplemente dejaron pasar. El de Zapatero ha descartado revisar estos acuerdos. Y esto no lo dice la Iglesia porque no quiere, porque le interesa ese papel de victimismo que tantos réditos le ha dado en la historia. El sistema de financiación que existía hasta ahora consistía en una cantidad fija de los Presupuestos Generales del Estado más la cantidad que acumulasen las cruces que los católicos pusieran en su declaración de la Renta, y que suponía un 0,52%. Ahora, la cantidad fija de los presupuestos ha desaparecido, pero la cantidad que supone la equis del IRPF ha ascendido a 0,70%, lo que supone un incremento del 34%. En cifras redondas, los curas salen ganando siempre que el número de equis de los católicos permanezca. Otra cosa es que los católicos que marcan la crucecita empiecen a disminuir, claro. Y otra cosa es que en Andalucía, concretamente, el número de católicos que marca esa equis haya caído a la mitad; si en 1992 un 49,8% de los andaluces colaboraba, a través de su declaración de la renta, con el sostenimiento de la Iglesia Católica, la cifra ha descendido en el último año a un 26,9%. Ambos porcentajes, el de antes y el de ahora, no dejan de constrastar rudamente con el del 92% de los andaluces que se declaran católicos.
Si tenemos en cuenta, además, que el 0,52% de antes o el 0,70% de ahora no son sino cesiones del gobierno democrático a una religión privada en un estado laico, convendremos en que el gobierno socialista de Zapatero es solidario con la Iglesia. Los curas no le pagan con la misma moneda, sino que muchos de ellos recomiendan abiertamente en sus homilías que se vote al PP e incluso dicen cosas horrendas del gabinete socialista.
En definitiva, la tarea de los curas debería concentrarse no en atacar a un gobierno que, pese a no ser de su color preferido está actuando mejor que esperaba, sino en animar a sus ovejas a tomar conciencia de que si quieren Iglesia deberán ser ellas las que la sostengan, y no todos, quiero decir, no también las ovejas descarriadas. Los obispos deberían conseguir en Andalucía que el 92% de los andaluces que se confiesa católico ponga la equis en su declaración de la renta. Entonces le iría a la Iglesia muchísimo mejor. Y eso no es tarea ni culpa de ningún gobierno, sino tal vez cuestión de cercanía de los prelados con la calle, con el pan nuestro de cada día.
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