sábado, 13 de septiembre de 2008

Triscaidecafobia



Ni siquiera conocía la palabra. Pero hoy la he aprendido gracias a mi incipiente afición al ciclismo. Se trata del horror al número 13, impar tan temido por los clásicos de la superstición. Como los griegos tienen o inventan palabras para todo, pues ahí brilla el vocablo con fonética propia: triscaidecafobia.

Mis supersticiones siempre han sido muy personales y nada han tenido que ver con los gatos negros, los números malditos o las escaleras abiertas o cerradas, sino más bien con decir cosas en un determinado instante o callármelas para siempre o con pisar ciertas hendiduras de las baldosas de este o del otro color. En cualquier caso, cada día les he ido perdiendo más el respeto hasta que prácticamente las ignoro. Dicen que Nadal, el tenista número uno del mundo, tiene unas cuantas. Pero imagino que ni él mismo les atribuirá sus continuados éxitos deportivos.

Alberto Contador, por su parte, un ciclista aparentemente endeblito -desde que lo vi me recordó a un primo de Marina, también ciclista- no tiene superstición relacionada con el número 13, sino tal vez una suerte portentosa. Hoy, 13-S, en la 13º etapa de la Vuelta a España, ha conseguido colocarse en el número uno. El ascenso en la tabla no ha sido fácil. Ha necesitado 13 etapas para ser el líder precisamente en la etapa reina, la del alto de Angliru, un puerto de montaña asturiano que antes del ciclismo mediático sólo era conocido por ganaderos locales y excursionistas locos y rumbosos. Con 1.570 metros de altitud, es uno de los puertos más difíciles del ciclismo mundial. De modo que la proeza del ciclista de Pinto (Madrid) tiene un significado muy especial. Después de ganar el Tour de Francia, ha vencido en el Giro de Italia. Y ahora viene a llevarse la vuelta ciclista en su país. Sin tonterías ni poses, sino dándole a los pedales con una voluntad inquietante.

Tiene Contador algo de David frente a los pelotones imposibles que en su multicolor envergadura se asemejan a un inabarcable Goliat. Empezó el número 55 y avanzó por el 41, el 37 y el 24 antes de colocarse en los primeros puestos. Se mantuvo durante seis o siete etapas consecutivas entre los tres o cuatro primeros puestos. Y al final ha vencido en la etapa más difícil -el mito Induráin corría más cuanto más calor hacía-, dejando en la cuneta a muchos de los grandes y favoritos. Ahora es mi favorito.

Ojalá nos dé una lección a todos de cómo pedalear con esperanzas en esta vida.

2 comentarios:

Fae dijo...

¡Una entrada de ciclismo en tu blog! Enhorabuena por tu incipiente afición a este deporte. Alberto Contador responde en cuerpo y alma la impronta del ciclista sufridor que perdura a lo largo de los tiempos. No sé si sabes que fue precisamente en Asturias cuando hace cuatro años estuvo al borde de la muerte. Sufría aneurisma cerebral, del que fue operado de urgencia después de una grave caída. Podrás apreciar su enorme cicatriz en la cabeza. Seis meses después, volvió a montar en bicicleta. Su valor no está tanto en sus condiciones físicas innatas, sino en esa fuerza que sólo algunos ciclistas tienen, la capacidad de sobreponerse a toda contingencia. Como resumía Perico Delgado, en el ciclismo también están la fe y la rabia.

Anónimo dijo...

Hubo una época en la que yo también estaba rodeado de treces: Mi padre trabajaba en la Compañía XIII del CNP, vivíamos en la Calle 13, número 13. Mis dos hermanas nacieron en 13 (una de marzo y otra de mayo) y el día de la mudanza a Córdoba cayó, casualmente, en 13 de junio. Por eso mi madre, por Navidad, se la juega siempre al 13. Aunque aún no nos ha tocado nada.