Recibieron tantos palos, tantas patadas y tal ajetreo en días enteros por las arenas y sin comer, que se han ido derechitos al Cielo, o a algún cementerio de cadáveres, quién sabe. El caso es que 25 equinos -21 caballos y 4 mulas- cayeron reventados en El Rocío la pasada primavera.
Lo ha contabilizado y denunciado la Asociación Andaluza para la Defensa de los Animales (Asanda). Según la Consejería de Gobernación, 21 murieron en la propia Aldea, uno en el poblado de La Plancha, otro en el Palacio de las Marismillas, otro en el Cerro del Trigo y otro más en el casco urbano de Almonte. Es el reguero de muerte que dejan los señoritos por las arenas. Esta vez han sido cuatro más que el año pasado.
Tal vez en la próxima cita para ver a la Señora, habría que colocar por los senderos carteles con el lema "Él nunca lo haría", como los que sacaron para concienciar por los perros abandonados en las carreteras.
Otra cosa es que sean eficientes, pues los señoritos jinetes andan muy ajetreados con su fe y su afán por ver a la Virgen del Rocío, que es el desvelo de todas sus horas. Estos caballos muertos son víctimas colaterales, barridas el lunes por la mañana.
Un portavoz de Asanda ha calificado el asunto de "auténtica barbaridad", al señalar que "ninguno muere por viejo". Me imagino a los señoritos rocieros que cometen tales atrocidades riéndose de tanta solidaridad animal. Los que hacen esto no son señoritos, sino gentuza literal, basura con chaquetilla corta. O tal vez sin ella, sin chaqueta, sin medalla, sin conciencia.
Esto también es terrorismo, derivaciones del terror.
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