Tal vez le guste la palabra, en latín, pero dudo mucho de que el presidente de la Conferencia Episcopal Española, Antonio María Rouco Varela, le tenga especial aprecio a su significado. Después de una guerra abierta a la ley de matrimonio homosexual en España, desde que se aprobó hace tres años, ahora se descuelga el mandamás de la Iglesia en nuestro país con que tendría que haberse hecho un referéndum para conocer la opinión de la ciudadanía. Es para descojonarse o para ponerse serio como una alpargata y reflexionar.
La declaración de Rouco se derrumba por su propia inconsistencia irrisoria y ridícula. ¿Es que si un referéndum hubiera revelado que la mayoría de los españoles están de acuerdo con que los homosexuales se casen -como ya demuestran las encuestas- la Iglesia hubiera transigido? Está claro que no, pero en el supuesto de que la respuesta fuera sí, su propia negativa a la ley se tambalea, pues se demostraría en ese caso que la Verdad (única) que defiende no se ajusta a ningún conocimiento revelado por la Providencia sino a una pura cuestión de mayorías. La Iglesia hablando de democracia. Una institución jerárquica y por derecho divino viene ahora a proclamar que la ley de Zapatero ha sido una imposición gubernamental y a reclamar un referéndum entre todos los españoles. Repito que es para descojonarse o para ponerse serio como una alpargata.
El obispo de Madrid ha dicho lo que ha dicho contagiado por el referéndum que se ha celebrado en California a tal efecto, pero ha metido la pata, pues en el estado del Oeste americano no ha sido la Iglesia precisamente la que ha propiciado el referéndum. Allí la Iglesia se dedica a otras cosas. Y aquí, después de machacar el derecho de los homosexuales a convivir legalmente, viene a dar lecciones de democracia, después de seguir triturando la asignatura de Educación para la Ciudadanía.
Está claro que a Rouco no le gusta el pasaje evangélico en el que Jesús le espeta a los judíos: "Dad a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César". Pero el Evangelio no está para ser descuartizado, a gusto del consumidor. ¿O también vamos a someter la Palabra de Dios a referéndum?
- Extracto del artículo que, con el mismo título, publico también en el número 1.929 del semanario Cambio16
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