sábado, 1 de noviembre de 2008

Regio anacronismo


Doña Sofía la ha liado. Y la Casa Real no sabe cómo salir del charco, una casa que nunca se encharca porque casi nunca se moja, acostumbrados como están sus regios inquilinos a lo políticamente correcto, que es el puñado de frases que sirven para todo aunque no signifiquen nada.

La cita del libro de conversaciones que firma la periodista Pilar Urbano con la reina española es, según he oído: "Los gays se pueden casar, pero que a eso no lo llamen matrimonio". Y la frase ha suscitado dos (o tres) polémicas insostenibles, tanto de ida como de vuelta:

La de ida.
¿Cómo puede alegar la Casa Real en defensa de la reina que aquellas declaraciones se hicieron en el "ámbito privado" si desde el principio sabían todos que aquellas conversaciones iban destinadas a un libro que se publicaría con todo el boato de una portada con la cara de su majestad? ¿Y quién se va a creer que la periodista ha sido "inexacta" en la trascripción de la declaración? La historia me recuerda, irritantemente, a otros casos en los que yo mismo he tenido broncas con personajes públicos tras haber publicado declaraciones suyas y luego recibir el comentario de que hicieron las declaraciones en el ámbito privado. Me revienta tal afirmación. Una maestra de mi hermana tenía un dardo perfecto para estos casos: "¿Usted cuándo ha comido en mi mesa?", con lo que quería poner de manifiesto que esa "privacidad" se la tomará una de las partes por su propia cuenta. Si yo voy a entrevistar a alguien, no lo hago en el ámbito de la prividad, sino en el ámbito preciso de mi pública profesionalidad. Es lo que ha hecho Pilar Urbano. Es de cajón.

La de vuelta.
La polémica ha sido suscitada por la segunda parte de la frase, no por la primera, que sería lo lógico. Lo noticioso es siempre lo asombroso, no lo previsible. Por lo tanto, creo mucho más asombroso que una reina por la gracia de Dios -recuérdese el anacronismo de una institución como la monarquía, de carácter hereditario y gracioso- diga que "los gays se pueden casar" a que diga que "esa unión no es un matrimonio". Sintácticamente, estamos ante una oración compuesta por dos proposiciones adversativas. Y perdonen el tecnicismo, pero es preciso aclarar técnicamente. La reina dice que los homosexuales se pueden casar. Pero también dice que esa unión no es "matrimonio". Bien, ¿qué es más asombroso? Yo creo que, a todas luces, lo primero, pues estamos ante la primera declaración institucional de nuestra Casa Real de que el matrimonio homosexual es lícito. Luego, está la segunda parte, muchísimo más previsible y de carácter léxico, en la más literal de las interpretaciones. La unión de dos personas del mismo sexo no puede ser matri-monio por la sencilla razón de que no hay "mater", o sea, madre, que es de donde procede la palabra latina. Yo mismo, que no me he alineado para nada con las posturas conservadoras desde que surgió la ley de matrimonio homosexual, he matizado siempre que estas uniones deberían tener otro nombre, pero simplemente por cuestión lingüística, no por utilizar la lengua como tapadera para la homofobia, como hacen los que ya sabemos.

Al margen de todo, que a finales de 2008 se forme una pelotera nacional porque una reina diga tal frase me parece ridículo por dos motivos: el primero, que sus declaraciones no son vinculantes, o sea, que nos traen al fresco. El segundo, que su propia condición profesional es ya anacrónica en una sociedad como la que vivimos; se trata de un papel simbólico que se extinguirá -espero- a la misma velocidad -lenta, supongo- que se diluirá nuestro agradecimiento como país a su marido, el Rey, por habernos sacado elegantemente del pozo del franquismo.

Lo demás, es papel cuché y palabrería, antónimos de papel real y palabra.


  • Extracto del artículo que, con otro título, publico también en el número 1.928 del semanario Cambio16.

No hay comentarios: