El pregón que ofreció
el pasado viernes Luis Miguel Murube para anunciar las glorias de la Patrona
palaciega, la Virgen de las Nieves, cumplió a rajatabla la máxima de que la
protagonista fuera la pregonada y no el pregonero. De hecho, el presentador, Francisco
Cid, apenas si habló de este palaciego que ha dado ya todos los pregones en su
pueblo y que, según confesó en el atril, había pedido a la Virgen esta última
gracia antes de someterse a una de esas graves operaciones que lo colocó donde
mejor pudo conocer a María, “en los peores momentos, ante la muerte y en la
soledad”, como le recordó Cid, que también le evocó a su fallecida hija Rocío
ante la emoción contenida del respetable en la parroquia de Santa María la
Blanca.
Luis Miguel Murube Begines, en un momento de su exaltación a la Patrona palaciega. |
El
pregonero, por su parte, se reconoció torpe con “las letras” frente a
predecesores de la antigua y de la nueva era, pues este pregón de la titular de
la hermandad Sacramental contó con declamadores de la talla de Murciano o
Garrido Bustamente, luego desapareció y ha sido en los últimos años cuando ha
resucitado, a la par de una hermandad que, pese a ser la de la Patrona local
–nombrada Alcaldesa Perpetua y Honoraria en 1996-, tiene menos tirón que
ninguna en este municipio del Bajo Guadalquivir. Precisamente Murube se refirió
al “binomio de amor y de olvido” que ejerce el pueblo con su Patrona, aseguró
que “Nieves sobrevivirá al mundo contemporáneo porque es éste el que está
pasando de moda”, en referencia a la escasez de palaciegas que se llamen como
su Virgen, y se preguntó si “estaremos a la altura” en la procesión del próximo
5 de agosto.
Él
sí lo estuvo, según confirmaron los aplausos en el templo tras oír un pregón
grácil e íntimo que, aunque profundizó poco en cuestiones teológicas, tuvo la
sutil inteligencia de apelar al compromiso cristiano con los parados, los
enfermos, las víctimas de violencia de género y hasta del conflicto
palestino-israelí, después de algunos fragmentos históricos para recordar la
leyenda de la nevada romana que propició la Virgen en el siglo V para crear una
advocación no sólo muy extendida en la comarca, sino en el Mediterráneo y
Latinoamérica. Insistió Murube en construir una hermandad y un pueblo como
merece su Patrona, “no criticando a nadie, sino amándonos”; utilizó versos
marianos de Gerardo Diego, entre otros poetas grandes, y se calló un momento
para que la joven Beatriz Ortiz cantara con pulcritud admirable el Ave María de Schubert; ofreció instantes
líricos perfumados de los mismos nardos que lucirá Las Nieves en su día grande;
y no se olvidó de lo peor y lo mejor del pasado en torno a una Virgen que
protagonizaba hasta 2003 la feria de Los Palacios, pues se refirió al
entredicho a que sometió al pueblo el cardenal Segura por unos “bailes
agarraos” en 1954 y también a la fundación oficial de la hermandad por el
párroco Juan Tardío dos años después, además de al campaneo solemnísimo del
inolvidable Pepe El Moreno cuando los fastos de la Patrona paralizaban el
pueblo.
- Esta crónica también se publica hoy en El Correo de Andalucía, algo resumida.
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