domingo, 27 de julio de 2014

El amor a NIEVES de un mariano

El pregón que ofreció el pasado viernes Luis Miguel Murube para anunciar las glorias de la Patrona palaciega, la Virgen de las Nieves, cumplió a rajatabla la máxima de que la protagonista fuera la pregonada y no el pregonero. De hecho, el presentador, Francisco Cid, apenas si habló de este palaciego que ha dado ya todos los pregones en su pueblo y que, según confesó en el atril, había pedido a la Virgen esta última gracia antes de someterse a una de esas graves operaciones que lo colocó donde mejor pudo conocer a María, “en los peores momentos, ante la muerte y en la soledad”, como le recordó Cid, que también le evocó a su fallecida hija Rocío ante la emoción contenida del respetable en la parroquia de Santa María la Blanca.

Luis Miguel Murube Begines, en un momento de su exaltación a la Patrona palaciega.


El pregonero, por su parte, se reconoció torpe con “las letras” frente a predecesores de la antigua y de la nueva era, pues este pregón de la titular de la hermandad Sacramental contó con declamadores de la talla de Murciano o Garrido Bustamente, luego desapareció y ha sido en los últimos años cuando ha resucitado, a la par de una hermandad que, pese a ser la de la Patrona local –nombrada Alcaldesa Perpetua y Honoraria en 1996-, tiene menos tirón que ninguna en este municipio del Bajo Guadalquivir. Precisamente Murube se refirió al “binomio de amor y de olvido” que ejerce el pueblo con su Patrona, aseguró que “Nieves sobrevivirá al mundo contemporáneo porque es éste el que está pasando de moda”, en referencia a la escasez de palaciegas que se llamen como su Virgen, y se preguntó si “estaremos a la altura” en la procesión del próximo 5 de agosto.


Él sí lo estuvo, según confirmaron los aplausos en el templo tras oír un pregón grácil e íntimo que, aunque profundizó poco en cuestiones teológicas, tuvo la sutil inteligencia de apelar al compromiso cristiano con los parados, los enfermos, las víctimas de violencia de género y hasta del conflicto palestino-israelí, después de algunos fragmentos históricos para recordar la leyenda de la nevada romana que propició la Virgen en el siglo V para crear una advocación no sólo muy extendida en la comarca, sino en el Mediterráneo y Latinoamérica. Insistió Murube en construir una hermandad y un pueblo como merece su Patrona, “no criticando a nadie, sino amándonos”; utilizó versos marianos de Gerardo Diego, entre otros poetas grandes, y se calló un momento para que la joven Beatriz Ortiz cantara con pulcritud admirable el Ave María de Schubert; ofreció instantes líricos perfumados de los mismos nardos que lucirá Las Nieves en su día grande; y no se olvidó de lo peor y lo mejor del pasado en torno a una Virgen que protagonizaba hasta 2003 la feria de Los Palacios, pues se refirió al entredicho a que sometió al pueblo el cardenal Segura por unos “bailes agarraos” en 1954 y también a la fundación oficial de la hermandad por el párroco Juan Tardío dos años después, además de al campaneo solemnísimo del inolvidable Pepe El Moreno cuando los fastos de la Patrona paralizaban el pueblo. 


  • Esta crónica también se publica hoy en El Correo de Andalucía, algo resumida. 

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