Problemas con la Red (red de redes, decíamos en la facultad) me han impedido durante estos días alimentar a la bestia siempre insatisfecha que es este blog, versión cibernética de mi vicio de escritor. Ahora por fin va esto como la seda. Hubiera querido escribir sobre diversos asuntos, pero lo cierto es que la avería me ha servido para centrarme en otras cuestiones académicas y formales, que por cierto me han salido bien. A la vuelta me encuentro con una cita de credos, de grandes religiones que hacen lo posible por lavar su imagen de fundamentalistas: árabes, cristianos, judíos y gente del lejano Oriente se reúnen en nuestro país para agarrarse las manos sin creérselo demasiado. Ya veremos.
Todo ello me ha recordado que el pasado día 10 de julio se cumplió mi 20º aniversario de entrada en el mundo laboral. Yo lo hice con una sotana, encendiendo velas y tocando campanas. Tenía ocho añitos y apenas llegaba a ningún sitio; para eso estaban las sillas y mis ganas de comerme el mundo. Ganaba 1.500 pesetas que me daba Pepe el Moreno cada mes. Aquellos dos billetes, con las caras de Galdós y Rosalía de Castro, respectivamente, me pusieron en contacto con el trabajo de veras algunos meses antes de hacer la Primera Comunión; y con el mundo de la literatura, leyendo lo más remoto de la Biblia y los Evangelios; y con el de la estética, empezando por las Vírgenes y las dalmáticas; y con el de la política, observando los usos y costumbres de mis mayores, tan arribistas y conservadores; y con el de la Historia, escuchándolo todo; y con el de la Música, dejándome embriagar por aquellos sones negros del órgano y la voz del sacristán... Y con el de la hipocresía, que lo empapaba todo como un sutil aceite que resbalara...
Ahora doy fe de que un 10 de julio de 1988, domingo, a las 8.00 horas y en la capilla de Los Remedios, comencé a hacerme mayor.
1 comentario:
Uyuyyuyuy! Creo que es la primera entrada abiertamente personal que escribes aquí. Me gusta. También en este blog te hiciste mayor.
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