jueves, 9 de octubre de 2008

Responsabilidad: de los mandamases a los matasanos

Responsabilidad viene de responsable y éste, a su vez, de responsum, supino de respondere, que en latín significaba responder y en sentido común, dar la cara. Es decir, que quien tiene responsabilidad ha de responder ante sus actos y no esconderse como un cobarde. Cuanta más sea la responsabilidad pública (de la res pública), mayor ha de ser la valentía. Esto, que a ustedes puede producirles un galimatías, no es más que pura teoría, porque los usos y costumbres van por la otra orilla.

Es posible que alguno piense en políticos en general o en particular. Y hace bien, porque en esta tropa puede hacerse una tesis bien ejemplificada de lo que digo, pero hay más tropas. Está también el bando sanitario y las noticias últimas sobre el comercio de enfermedades; laboratorios que crean males y soluciones para que el negocio no decaiga, como de toda la vida el que ha hecho la ley ha hecho también la trampa, o eso decían. Las industrias farmacéuticas se gastan algo más del 25% de sus presupuestos en la promoción de genéricos con nombres que, a veces, incluso se vinculan a determinadas universidades. Esto de la promoción, de la promoción positiva, puede ser ya la peste del nuevo siglo; también el cine se gasta más en promoción de sus películas que en la factura de las mismas y hasta determinadas administraciones (politizadas al máximo, claro) se gastan más en imagen de lo que invierten en la ciudadanía.

Llegará el momento en que la saturación de tanta promoción positiva genere el efecto que los promocionados no hubieran deseado nunca: el rechazo o la sospecha. Ya mi padre decía que lo que anuncian tanto en la tele es lo más malo del género, pues el que pregona mucho vende poco y perro ladrador, poco mordedor. Ya sé que exagero y que mi padre es un bruto, pero no crean que todo el monte es orégano. Llegará el día en que si un alcalde, y es un poné, predica sus virtudes y sus proyectos con una matraca que no admite críticas y sin que nadie le pregunte, uno tenderá a pensar que algo raro le mueve. O que si un laboratorio anuncia a bombo y platillo que tal pastillita es buenísima para algún mal cifrado en deslumbrante tecnicismo, también sospechemos. De momento, parece que el truco funciona, pero hay más días que olla.

A un amigo le duele un pie y un médico de la concertada se empeña, a la primera, en que entre en quirófano, del tirón. Otro lo envía rápidamente a que se haga cinco radiografías. Luego, me entero de que en una conversación telefónica, el primero le dice al segundo: "A finales de mes, quedamos para darnos una fiestecita, que tengo ya concertadas varias operaciones". El segundo le responde: "Acabo de enviar a un chico a tu mujer, para que le haga cinco nada menos. No os quejaréis". Esto no es ciencia ficción. Lo que sí parece mentira es que los mendicamentos cuesten su peso en oro y que haya un mundo (el tercero o el cuarto) al que se le niega sistemáticamente. O pagan o mueren. Y mueren como moscas, por supuesto.


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