La casa Signatura Ediciones ha apostado en la última entrega de su colección Signatura de Flamenco por una recopilación de las letras flamencas del escritor sevillano nacido en Carmona José Luis Rodríguez Ojeda, veterano compositor de letras para el compás de los cabales. Se trata de un libro de 100 páginas cuyo continente se antoja tan denso como su contenido, dividido en palos del flamenco que van desde los que producen los sonidos negros que santificó Lorca –seguiriyas- hasta los llamados de ida y vuelta –guajiras, milongas y colombianas- pasando por todo un abanico de estilos flamenquísimos desde la vena culta y oculta de la escritura –alegrías, tangos, bulerías, fandangos e incluso nanas y saetas.
“Gustarme me gusta poco / este camino que llevo / pero ya no tengo otro”, reza Rodríguez Ojeda a compás por soleá al abrir el libro. Se trata de la misma estrofa con la que abre su Canción del camino, un poemario publicado en 2003, y que sintetiza a la perfección el perfil senequista, decadentista y exacto de la poesía de este autor, ganador, entre otros muchos galardones, del Premio de Letras Flamencas en la primera Bienal de Arte Flamenco de Sevilla, del Premio Nacional de Letras Mineras de La Unión (Murcia) e incluso del accésit del Luis Cernuda. Este último galardón se lo dieron en 2003 por un poemario que publica la editorial El Desembarco, la del notario de mi pueblo, bajo el título becqueriano Por una mirada. Poesía honda heredera de Gustavo Adolfo.
Mis letras para el Cante, que es el título del libro, recoge toda la sabiduría de quien, siendo también profesor de Literatura, ajusta sus metros al sentimiento del pueblo para decir por malagueñas: “En el queré que se sueña / no hay sueño sino desvelo, / como por ti, malagueña / desvelo tiene mi cuerpo / y el sueño nunca lo encuentra”; o para marcarse a compás de soleá por bulería un pensamiento extendido no sólo por todo el libro sino por toda su producción poética: “Cuántas palabritas saben… / Muchos son los que aconsejan. / Como dineros no valen, / consejos los da cualquiera. / Nadie venga a aconsejarme, / que ni lo intente siquiera; / que yo no le cuento a nadie / mis alegrías o penas”.
Las letras toman forma en estrofas y fondo en historias que maman directamente de los rincones flamencos de toda Andalucía y del Levante. Así, desde los tangos del Piyayo hasta los aires de rondeña que dedica a su paisano Miguel Vargas; desde los fandangos de Huelva hasta las cantiñas de La Isla. En las colombinas, aúna los corazones de ambos lados del Océano: “Verdes ramas de olivares / y rubias cañas de azúcar / se van cruzando en el aire, como orillas que se buscan; pa que se abracen sus mares / desde La Habana a Sanlúcar”.
Se trata de las letras a las que han puesto voz cantaores de la consagrada talla de Calixto Sánchez, Curro Malena, El Chozas o Manuel de Paula, además de otros de nueva savia como Rubito Hijo o Laura Vital. El sabio José María Velázquez-Gaztelu, que escribe el prólogo, afirma sin temblor: “Agua fresca, renovadora y clara es la poesía para ser cantada de José Luis Rodríguez Ojeda, buscando siempre el prodigio de encerrar en tres o cuatro versos –como un haiku de Matswo Basho- la sutileza que condense el vivir del mundo en una gota de sabiduría”.
1 comentario:
Qué bonito libro,que letras más maravillosas, no sabía que José Luis había escrito para Laura Vital, esa chica me parece una emperaora del cante, una artista en toda la extensión de la palabra.
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