Ayer clausuramos en mi pueblo, Los Palacios y Villafranca, el primer curso del Aula de la Experiencia de la Universidad de Sevilla, que en el estreno de este año ha contado con más de medio centenar de alumnos y un entusiasmo que, según dicen por ahí, supera todas las previsiones. La prueba más evidente no es la interminable lista de espera que crece para el curso siguiente, sino las estrellas de ilusión que rezumaban los ojos de quienes ayer recibían su Diploma en el salón de plenos del Ayuntamiento, de manos del alcalde, Juan Manuel Valle, y del conjunto de profesores que hemos tenido el privilegio de inaugurar esta experiencia de enseñar a quienes tienen mucho más que enseñarnos a nosotros, gente bregada en la vida que tendría para escribir varios libros y que, sin embargo, guarda un insólito y respetuoso silencio cuando se les va a contar lo que uno ha aprendido en esos sitios que la sociedad que a ellos les tocó les negó: la escuela, la universidad, los libros...
Todo lo suplen con entusiasmo. Parece realmente milagroso cómo gente tan variada y, en ocasiones, tan alejada del mundo académico, es capaz de aprehender tantos conocimientos en tan poco tiempo, un curso en el que han tenido la oportunidad de relacionarse con la Historiografía general y local, la Enología, la Poesía, la Nutrición, la Economía o el Cine, entre otras materias. Y uno, que les impartió lo que pudo sobre algunos de los principales poetas andaluces del siglo pasado, comprobó no sólo las ganas de aprender de estos alumnos rejuvenecidos precisamente por su amor a la vida y por esa fórmula mágica que es el amor a aprender eternamente, sino su respeto por el conocimiento y por quienes han creado para disfrute de la humanidad aunque ellos no hubieran sido conscientes de todo ese esfuerzo hasta ahora. Justamente las ansias de aprender y el respeto por el conocimiento es lo que uno echa en falta tantas veces en las otras clases del academicisimo más reglado aún: las del instituto o la universidad, donde las clases masificadas rezuman a veces tanto hastío y rutina que a uno le entran ganas de gritarles a esos alumnos con todas las posibilidades regaladas que aprendan de esos otros alumnos cuya posibilidad, a veces última -teniendo en cuenta que hay personas con 80 años-, han tenido que trabajarse durante toda una vida. A uno le entran ganas muchas veces de preparar un encuentro entre la chiquillería del instituto y la respetable bancada del Aula de la Experiencia. Yo creo que de tal encuentro los jóvenes podrían llevarse la sorpresa de la atención de sus padres y abuelos y la mala conciencia de cómo ellos desaprovechan tanto conocimiento, y que ambas cosas nos servirían a todos para mejorar.
Anoche, después de un acto solemne en el Ayuntamiento, nos fuimos a una placita del pueblo a tomarnos unas cervezas, en convivencia veraniega y distinta a la que ya hemos disfrutado a lo largo de tantas clases entre noviembre y junio. Yo alterné con todos, distribuidos lánguidamente en grupos de interés. Había quienes esperaban con ansias la reunión en la que van a formalizar la creación de una cooperativa, quienes planeaban una obra de teatro, quienes hacían cábalas para un corto, quienes imaginaban el curso que viene, en este verano sofocante no sólo por el calor sino por la falta de clases, que para muchos supone ya un mono insufrible, el mono del saber, que no ocupa lugar, como reza el refrán y recordó ayer el alcalde.
Les dije adiós, sabiendo que era un hasta luego, y de camino a casa me reconfortó la idea de que el mundo y la vida merecen la pena, porque la sabia nueva que nos vivifica no sólo procede de los jóvenes, sino de quienes se sienten volutariamente jóvenes.
3 comentarios:
´Tú lo has dicho Alvaro, no es un adiós sino un hasta luego, ahora a disfrutar del verano para reencontrarnos el próximo curso con las mismas ilusiones y esperanzas.
Hola Alvaro acabo de leer tu estupendo artículo, como siempre genial y lleno de calidad y sinceridad. Como ciudadano de este maravilloso pueblo, no puedo omitir mi saludo y felicitar a todos por esta genial ideal de llevar el área del conocimiento y la cultura a esas personas que no tuvieron la oportunidad en su momento. Coincido en muchos de los apartados en que la nostalgia por alcanzar metas más elevadas en esos jóvenes que teniendo a su alcance esta posibilidad que la sociedad actual les brinda, no sacan el provecho necesario. No quiero convertirme en abogado del diablo, pero sí lanzo mis dudas con respecto al sistema educativo y una frase que se me quedó grabada hace unos días, precisamente dicha en público de uno de los profesores que ha formado parte del Aula de la Experiencia: Curro Begines, "Que el fracaso de un alumno, no es un fracaso, exclusivamente, del alumno sino de todo el sistema educativo". Esta frase, nunca mejor dicha es lo que yo pensaba con antelación y que al escucharla, reafirmaron mis pensamientos. Sé que todo esto es muy complicado manifestar en un artículo pues bien sabemos que se necesitarían horas para dialogar, pero me atrevo a lanzar una idea que pulula en mi mente, ¿Está bien consensuado, motivado, comprobado..., los sistemas educativos? ¿Acaso se ha pensado cuáles son los intereses de los alumnos?. Bueno no quiero ponerme pesado en un momento como el presente que no es otro que felicitaros y agradeceros el empeño desarrollado y sobre todo que no muera esta genial idea de seguir avanzando y dando oportunidades a los que nunca las tuvieron. Felicidades, Saludos
Manuel Núñez Amador,
-Amigo Alvaro:-Desde el Aula de la Experiencia, como has comentado, asumimos el compromiso de compartir la Experiencia del Aula entre los centros docentes locales, aquellos conceptos no incluídos en libros de textos oficiales, como pueden ser la necesidad de impregnar del sentido de convivencia respetuosa toda actividad académica o laboral, como base de presente y futuro,
desde nuestra experiencia del pasado. Este puede ser otro de los objetivos proyectados. De forma que entre lo nuevo que aprendamos y la experiencia que aportemos,hagamos del Aula de la Experiencia otra Actividad de Utilidad Social. Un abrazo a todos l@s campañer@s del curso.- Antonio Repiso Rodríguez
Publicar un comentario