Después de que el banco que preside, el BBVA, haya ganado este año 2.882 millones de euros, un 90% más que el año pasado, su presidente, Francisco González, ha declarado que nuestro país "está saliendo de la crisis". Hace unos meses coincidió con el ministro Montoro -del gobierno cristiano que perdona y olvida las ayudas a los bancos- en lo mismo y además insistió en que España era el país que andaba en mejores condiciones para salir del abismo. Uno mastica mentalmente esa cantidad ciertamente abismal -¡un millón de euros 2.882 veces!- y, aparte de perderse en el laberinto de billetes virtuales, no tiene más remedio que sonreír por la ironía incrédula que le generan estas profecías. Lo mismo dirán otros ricachones de la moda o el fútbol -sectores siempe tan prósperos-, que España va saliendo, que es gerundio, aunque a algunos les cueste un poco más, sin ayudas de caridad gubernamental, pendientes tan sólo de la solidaridad familiar que cada mediodía se presenta en forma de fiambrera que no cierra bien.
A uno le retumban estas declaraciones tan optimistas de los ministros y los banqueros emprendedores, esos que ganan millones de euros mientras se cambian el boli de mano como mi vecino junta diezmil duros de los antiguos para librarse de la feria en un todo incluido a base de muchas mañanas cortando uva. A uno le retumban estas declaraciones porque esas siglas del BBVA le suenan siempre al banco de la plaza del pueblo, cuando mi abuela me madaba por los avíos para el puchero y en la entidad trabajaba Manolito Carmona, que tocaba la guitarra por las tardes después de renunciar a ser un artista mundial en ruta, y era probable que por allí barriera cualquier hombre llamado como el presidente de la entidad pero conocido como Curro González. Porque entonces, y ahora aquí, en mi calle, la gente no ha juntado nunca 2.882 nada, mucho menos millones de euros. La gente de entonces juntaba muchos botes de zumo La Verja para rellenarlos luego de tomate para el larguísimo invierno. La gente de ahora junta muchos vales del DIA y del Carrefour para ir comprando lo que tenga un 25% de descuento. Pero es probable que esos optimistas declarantes no sepan ni quieran saber nada de esta gente del montón que no representan a España ni a su Marca. Es probable que estos optimistas de la Marca España se refieran sólo a las mejoras de sus acciones en el parqué, mientras los niños de mi barrio sólo conocen el parque, que no cuesta nada. Es probable que estos optimistas de la España va bien lo crean de corazón, ahora que no necesitan dar crédito porque la usura, con tanto pobre suelto, ya no es un negocio tan próspero, como cuando Urdangarín no sonaba tan mal y la Infanta no necesitaba emigrar a Suiza por necesidades de La Caixa, que la necesita mucho allí.
Los tiempos han cambiado, sí, pero para los ricos de veras, que son los que cuentan -los demás tenemos poquito que contar-, es un alivio ir sabiendo que lo peor ya ha pasado.
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