Hay una diferencia sutil entre conciencia y consciencia. El problema grave y de verdad es que ni una ni otra parecen abundar en este mundo nuestro con cada vez maś elementos en la lista de la extinción. La desconsideración hacia el otro crece a raudales: la derecha desprecia a quienes sustentan en buena medida las pensiones de nuestros mayores; la izquierda desprecia a la vida en ciernes y, bajo el señuelo de la libertad ("nosotras parimos, nosotras decidimos"), están normalizando desde hace décadas una de las mayores barbaridades de la historia de la humanidad: el aborto. La progresía, que se caracterizaba (al menos para mí) por la defensa de los más débiles, descarta ahora al feto, que no cuenta como voto, claro. Entre una derecha clasista y sin conciencia y una izquierda inconsciente y pseudoprogresista, los niveles de concienciación ciudadana andan bajísimos. Por mucha educación para la ciudadanía que se reparta en los colegios durante nueve horitas al año. Hace falta mucho más. Me asusta que el peligro sea irreversible, como resume El Roto en esta inteligente viñeta.
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