jueves, 10 de abril de 2008

El bolsillo como diana contra la falta de civilidad y cultura


Civilidad y cultura vienen a ser conceptos sinónimos cuando se busca en el DRAE "incivil", que significa eso: "falto de civilidad o cultura". En una segunda acepción, "grosero, mal educado". El diccionario alcanza el grado máximo de poesía, ya lo ven.



Los inciviles que en Sevilla ataquen, vejen o se burlen de otras personas, especialmente ancianos, niños o minusválidos (o sea, la trinidad de los más desvalidos), se enfrentarán a una ordenanza municipal que establece multas de hasta 3.000 euros. La sanción máxima se garantiza, según la norma, en el caso de que las barbaridades (de los bárbaros) se graben, según la última costumbre del catetismo exacerbado, en ese aparato del nuevo esclavismo glocal que es el móvil. O sea, que si además de reírse alguien de un minusválido, lo graba, muchísimo peor. Evidentemente, pues estas grabaciones -lo hemos dicho ya aquí más de una vez- representan el regodeo en la maldad, tan extendido entre nuestros jóvenes -y no tan jóvenes, por supuesto-, muchos de los cuales no se contentan ya con inventar el mal, sino que lo graban para disfrutar de él en el bucle terrible y repetitivo del play.



La educación es tal vez el arma más eficaz para erradicar los barbarismos (de la onomatopeya perruna y latina barr, barr), pero solemos llegar tarde. En esta sociedad de la prisa, llegamos tarde siempre a lo fundamental. Así que nos vemos obligados a recurrir a las alternativas. Y en esta sociedad que no sólo tiene prisa, sino opulencia de infelices mortales, la gran alternativa es el bolsillo de cada cual. Medio millón de pesetas no es demasiado para compensar la degradación personal, pero a quienes se les imponga, les dolerá. Sólo se me ocurre una pega (fundamental también): si la multa se la ponen, un poner, a un chavalín de 15 años y la paga su papá, ¿al chavalín le dolerá, le picará el bolsillo de su papaíto? Tal vez piensen ustedes que lo que le picará será su carita de ángel extraviado cuando su papi se la atraviese con dos hostias. Craso error, ya se imaginan por qué, ¿verdad?



No hay tiempo que perder. Necesitamos una educación humanizada, humanista y regeneracionista antes de que nos saquen los ojos. Los cuervos, ya saben.

1 comentario:

Fae dijo...

Ponerle precio a algo que de por sí es tan valioso como incalculable nos rechina. Lo peor de todo es la impunidad que se desprende de la mayoría de los casos. Serán los jóvenes conscientes del daño que hacen por mucho que amoquine su padre?