martes, 4 de diciembre de 2007

Asesinos del asfalto

Los accidentes de tráfico empiezan a constituirse en una de las principales causas de mortalidad en este país nuestro de tanto coche y tanta carretera estresados. Estadísticamente, considerando el número de coches, las prisas de sus conductores, la estrechez de los carriles y la longitud de los trayectos, es lógico que haya muertos un día sí y el otro casi también. Por duro que suene. Pero ese número de víctimas es excesivamente elevado y supera toda previsión estadística, pues los asesinos del asfalto que titulan esta entrada blogera se la pasan por el forro de su nulo escrúpulo humanitario. La carretera es una lotería diaria. Uno sale desayunado, bien dormido, atento, responsablemente dispuesto a encarar varias decenas de kilómetros. Pero uno no depende de uno, sino del azar de encontrar a alguno de estos conductores que siempre tienen más prisa que tú, aunque al minuto lo veas parar en una venta. Estos conductores, que te presionan la retaguardia y hasta te adelantan contando con tu prudencia y tu frenado, son camicaces de la carretera, así que toda persecución que se ejerza contra ellos me parece poca. Estos camicaces, irresponsables, imprudentes y frescos como las lechugas, asesinan más que ETA, más que el cáncer, más que el sida, más que el temporal funesto que últimamente nos azota. La cárcel, poco es.

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