Lo que nunca hubiera esperado de un partido conservador ocurrió hace unos días en mi pueblo: el concejal del PP se enfada porque el Ayuntamiento de Los Palacios, gobernado por el PSOE, no apoye suficientemente a dos peluqueras que participan en el lamentable formato de Telecinco llamado Gran Hermano. El titular más sorpresivo es que "el PP ve en Conchi y Pamela [así se llaman las gemelas] a dos ejemplos de la juventud palaciega". Traga saliva, sí, traga. Lo verá el PP, y espero que ni todo el PP ni mucha gente de mi pueblo. Por nuestro bien y nuestro futuro.
Tuve los arrestos suficientes para ver el programa por la noche. Nada más ponerlo, contemplo en la grabación cutre de una casa maloliente que todo el personal se divierte y se sorprende con la forma de hablar de las dos gachís. Y no porque sean andaluzas, ojo, sino porque ni yo, que soy el primer hablante andaluz, entiendo lo que dicen estas cotorras incultas de profesión peluqueras-limpiadoras. Para dos muchachitas que se han educado sirviendo en la capital y cuyo afán ha estado siempre compartido entre triunfar en la tele, echarse un novio famosillo y conservar las mechas rubias, supongo que importará poco no saber lo que es un "ogro" o no conocer el sinónimo de "pero", es decir, "manzana". Como lo leen. En cinco minutos que estuve viendo la cosa, las gemelas aseguraron no saber lo que era una manzana. "En Los Palacios decimos peros, no manzanas". El PP dice que desempeñan un papel "muy digno" y que están dejando bien el nombre del pueblo. En fin. Aunque las muchachas hablasen correctamente, demostrasen dignidad y no estuviesen todo el santo rato tirándose del escote y de la falda culera, a mí no me alegraría saber que representan a mi pueblo en un concurso televisivo cuyo cometido es ganar audiencia sin escrúpulo alguno, a base, evidentemente, de mostrar imágenes comprometidas y cutremente caseras. Pero es que además, según compañeros de la cosa, son serviles, machistas y marujonas; al parecer, están pendientes de un macho del programa por si el macho necesita agua o quiere una manta. Y allá que van a ellas a reproducir el rol que han conocido de madrecita o amante mojigata. Lamentable. Hasta dudo si borrar lo que ya he escrito. Vamos a dejarlo aquí.
1 comentario:
Y lo peor de todo es el parovechamiento político de semejante programa. Pero una cosa está clara, Álvaro, las que tienen menos culpa en toda esta historia son, precisamente, ellas mismas. Son como son, y así.
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