lunes, 31 de diciembre de 2007

Eduardo Mendoza se va de El País

No es ninguna tragedia porque las columnas de Mendoza en el periódico de Polanco no eran lo mejor de su producción precisamente. Pero me da pena no verlo el lunes que viene y leerlo como de pasada. Me gusta mucho más en sus novelas. Justo al contrario que me pasa con Juan José Millás, que se luce más los viernes en la última de El País que en cualquiera de sus libros. Supongo que todo se deberá a un cambio generacional, pero a este periódico se le está yendo mucha gente buena. De Mendoza, ese barcelonés que siempre me ha recordado a Maragall, son imprescindibles títulos como La ciudad de los prodigios y La verdad sobre el caso Savolta. También tiene su gracia la trilogía que protagoniza un loco al que un comisario saca del manicomio para que resuelva casos. El primero de la serie se titula El misterio de la cripta embrujada. De Mendoza he aprendido mucho. Y le estaré agradecido siempre.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Sus columnas tampoco me parecían demasiado brillantes, pero es que creo que en El País (salvo excepciones como JJ Millás o Javier Cercas...) no hay grandes columnistas. O a mí me parece que siempre escribe el mismo. Por lo que dice, no por el cómo lo dice.

Saludos

www.manuguerrero.es

damasceno dijo...

No se las razones personales que puede haber tenido Mendoza para no estar mas en El Pais. Pero creo que es un visionario, ese diario por su formato no tiene mas columnas. Lo recuerdo en el diario cuando comenzo a cubrir la columna que presentaba Montalban los lunes. Su primer columna de aquel lunes fue como una disculpa por el sacrilegio, Los lunes eran para mi un placer leerlo. Pero todo se acaba, las columnas tambien, claro que no los columnistas. Yo tambien siempre escribe lo mismo, Uds no?
Damasceno Monteiro
atentamente

damasceno dijo...

No se las razones personales que puede haber tenido Mendoza para no estar mas en El Pais. Pero creo que es un visionario, ese diario por su formato no tiene mas columnas. Lo recuerdo en el diario cuando comenzo a cubrir la columna que presentaba Montalban los lunes. Su primer columna de aquel lunes fue como una disculpa por el sacrilegio, Los lunes eran para mi un placer leerlo. Pero todo se acaba, las columnas tambien, claro que no los columnistas. Yo tambien siempre escribe lo mismo, Uds no?
Damasceno Monteiro
atentamente