La precampaña electoral, iniciada en plena cuesta de enero y en el cenit de una crisis económica reflejada en los vaivenes de la bolsa a nivel mundial, se ha convertido en una sucesión de golpes de efecto entre el PSOE y el PP. Si tú dices un embuste, yo lo digo más gordo aún, que era un juego muy divertido y al que se han aficionado los políticos sin medir sus consecuencias. Como a todos nos pica el bolsillo, hablar de dinero fresco en precampaña nos enciende los ánimos. Pero la última oferta de Zapatero, presidente y candidato socialista, creo yo que roza ya el límite de la ficción mitinera. Regalar 400 euros por barba parece el colmo de la generosidad, pero habrá que estudiar fríamente de dónde salen los billetes. De nuestros propios bolsillos, seguro, pues, como decía mi abuela, nadie tiene en casa una maquinita de hacer dinero por la noche. Ni el gobierno. Así que la promesa me huele a truco de feria. El PP la ha calificado de "ocurrencia", pero es que al PP todo lo que dicen los socialistas les parece ocurrente, aunque a ellos no se les ocurriera nunca o se les ocurra al instante, por arte de magia y de gabinete sensacionalista y plagiador. En fin, hablemos en serio. Me parece injusto que el gobierno haga tabla rasa de lo que producen los ciudadanos, en su infinita diversidad; de lo que ganan o de lo que aportan a las arcas de Hacienda; de lo que declaran o de lo que disimulan,... y le dé a todo quisqui por igual. ¿Qué es esto? ¿La panacea del marxismo renovado? Habrá ciudadanos que merezcan recibir 400 euros en su devolución del IRPF y otros que deban recibir 700 ó 7, qué sé yo. Y a cada cual habrá que darle o quitarle lo suyo, según unos criterios mínimamente serios. Además, la medida supone que del reparto a mansalva de los 400 euros se beneficiarán quienes hacen la declaración de la renta, mientras que se quedarán fuera los que no la hacen, que son precisamente los que menos tienen... Por último, tampoco me parece consistente el razonamiento del presidente del gobierno: se lanzan estos 400 euros para ayudar a las familias en momentos de dificultades... y ello supondrá un gasto público de 5.000 millones de euros. El avío que puede suponerles a las familias este pellizco no creo yo que les solucione nada, francamente. El café está ya a 1,10 euros; todos los días... (¡Qué lejos quedan ya aquellos 80 céntimos que calculó el presidente hace sólo unos meses!) Y el aclamado superávit del gobierno, en cambio, puede verse dramáticamente mermado, con lo que peligraría el necesario gasto social gubernamental. ¿No es mejor disponer de los recursos para mejorar la calidad de vida en la sociedad española en su conjunto y no hacer de reyes magos como amenaza para que los votemos?
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