Cuando empieza a oler por los barrios sevillanos a cera requemada e incienso antiguo, salta de nuevo la polémica de las costaleras. En Sevilla, eterna capillita de cuño viejo, el asunto es nuevo, pues las vanguardias semanasanteras no pueden surgir en el corazón de la cosa, sino en los extrarradios de la afición. Pero llega la hora en que la realidad asoma, claro. Y la nueva realidad, de Sevilla y de Pekín, es que la mujer va abriendo grietas de igualdad, incluso en las trabajaderas. Las mujeres también quieren ser costaleras. Puede parecer una anécdota, un capricho, una moda. Puede parecer, pero, por encima de todo, es un indicio más de la nueva época en que el otrora sexo débil se desmelena en todos los sentidos. Hasta para preferir el género femenino al sexo hembra.
Al margen de debates más o menos profundos sobre el hombre y la mujer en la sociedad actual, centrémonos. La polémica surge otra vez porque la hermandad de Monte-Sión ha expulsado al capataz de su palio. ¿La razón? Haber consentido que dos costaleras ensayasen el pasado sábado junto con los costaleros. El hermano mayor matiza: la razón es que no informara del ensayo de las muchachas. A lo que podríamos alegar: ¿Si hubiera informado oficialmente habría dado la junta de gobierno de la hermandad su consentimiento y aquí no pasaría nada? No, desde luego. El hermano mayor vuelve a matizar: se hubieran buscado 40 mujeres para una cuadrilla femenina. Pero nunca, ¡oh, por Dios!, una cuadrilla mixta. Dónde vamos a parar.
“Si hubieran sido dos chinos o un negro no habría mayor problema, pero que sean dos mujeres las que se metan debajo del paso entiendo que es una cosa extraordinaria”, ha dicho el hermano mayor a los medios de comunicación, como suena. O sea, asustan más las mujeres que "los chinos o los negros". Pero no crean que el hermano mayor y la junta de esta hermandad son racistas ni machistas. No, ellos dicen que no. Lo que pasa es que los hombres deben ocupar su sitio; los chinos y los negros, el suyo; y las mujeres, si quieren formar una cuadrilla, pues que busquen compañeras.
¿Qué les parece el asunto en estos albores de 2008?
2 comentarios:
Lamentable, claro. Es el asunto cofradiero uno de los ¿pocos? reductos que quedan de un grupo injusto y esquematizado, inmóvil, medievalista. Es curioso, porque, moviendo a miles de personas en la ciudad, se basa en unos criterios ajustados a reglas que ya -al menos alguna hay- dan risa.
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