Anda la cosa caliente con la irrupción, dicen, de la Iglesia Católica en la arena política, y todo porque un grupo de obispos andaluces han publicado un comunicado en el que instan a los fieles a no votar a partidos que favorezcan el aborto o la eutanasia, dos conceptos que copan la agenda informativa de un tiempo a esta parte. Los críticos con la Iglesia, que son cada vez más (o más ruidosos, al menos) le achacan a los prelados que hagan campaña política a favor del PP. Los obispos no han dicho eso, pero como aquí nos conocemos todos tampoco hace falta; ya sabemos que a quien no hay que votar, según la Iglesia, es al PSOE, a IU y a algún que otro partido izquierdoso, como gustan de decir los que se sienten más cómodos en el vallado del fascismo. La Iglesia y el cardenal de Sevilla a su cabeza, entre otros, alegan que todo ciudadano, se vista con sotana o con vaqueros, tiene derecho a opinar y a expresar libremente lo que quiera. Y no les falta razón. Entonces, ¿a qué viene la bronca? Pues, como siempre, porque las mediaciones calientan motores cuando se aproximan las elecciones, es decir, la oportunidad de oro de poner en el sillón de mando a unos o a otros, que a la postre son los del PP o los de PSOE. Turnismo contemporáneo.
El PP cuenta con la Iglesia, que moviliza lo suyo, sobre todo gracias a los neocons de Kiko Argüello; con la COPE, que es propiedad de la casa, cuyo locutor Losantos, por lo visto (u oído), reparte hostias a diestro y siniestro cada mañana; con El Mundo de Pedro Jota, que machaca con verdades o con mentiras al enemigo eterno desde los tiempos de González; con ABC, que propaga diariamente sabor a Monarquía y luego se ocupa su gente decente, como el señorito Arenas and company; con La Razón, aunque no la lleve el señor Ansón; con Antena3 y sus derivados (incluido ese periodista de medio pelo que no es precisamente un señor por autocalificarse de tal, que empezó con bata de cola en Canal Sur y lo único que le quedó de por aquí fue la mujer), con los terranientes en peligro de extinción pero que influyen lo que pueden; y, en fin, con las asociones de víctimas del terrorismo que aspiran a barrenderas de votos populares, ya saben a qué (a quién) me refiero. Total, un ejército considerable de peperos. Y todos tiene derecho a hablar, cacarear e incluso insultar de vez en cuando con tal de defender su postura de conservadurismo galopante.
El PSOE cuenta con PRISA, fundamentalmente. Pero es que PRISA, ya lo saben, es todo: El País, la SER, Cuatro, Sogecable, 40Principales, AS y un salpicón generoso de periódicos provincianos repartidos por medio orbe. O sea, tres cuartas partes de lo que uno se traga a diario. Por si fuera poco, surge el diario Público, que es la versión periodística guay que a Zapatero le hacía falta, no considerado como desearía en los círculos de Polanco, demasiado felipistas. Además, una corte de artistas que va desde los chicos del "No a la Guerra" al Boris menos sofisticado pasando por el filósofo Marina y otros intelectuales con vocación de olla grande están dispuestos a lo que sea en cuanto les haga falta a Zerolo, De la Vega y Pepiño Blanco. Tampoco el ejército de sociatas está nada mal, como ven.
Turnismo contemporáneo, ya lo hemos dicho.
Entonces, ¿les parecen inteligentes las críticas contra la Iglesia que se han encargado de enjaretar la alcaldesa de Córdoba, Rosa Aguilar (IU), el consejero de presidencia de nuestra Junta, Gaspar Zarrías, y otros? A mí, desde luego, no.
Argumentan que si la Iglesia quiere hablar de política, que se presente a las elecciones. Hombre, por Dios. ¿Es que aquí para hablar, opinar o argumentar sobre política hay que formar un partido? ¿Eso dónde lo han oído estos artífices de la presunta democracia? Si política es todo, también ellos lo dicen. ¿Debo entender que lo que quieren decir es que les dejen la política a ellos, que son los profesionales (los comepanes, o sea) y que los curas se dediquen a sus rezos (y aquí paz y después gloria)? ¿Debo entender que les molesta que la Iglesia participe de la política porque les quita trabajo a ellos? No, seguramente entiendo mal, porque si, por un casual, a la Iglesia le diera por defender al PSOE otro gallo cantaría en el campanario.
Ya sabemos que la Iglesia ha aprovechado el caso de los abortos en las clínicas ilegales de Barcelona para enarbolar la bandera antiabortista y tirar piedras contra el PSOE. Bueno, lo sabemos los que lo sabemos o queremos saberlo, por supuesto. También sabemos que mientras Aznar gobernó este país se seguían haciendo los mismos abortos a diario en las mismas clínicas que ahora se focalizan. Y también sabemos que la actual ley de supuestos (violación, malformación del feto y peligro de muerte para la madre con determinados plazos) data de 1985, cuando precisamente hubo que convocar a la Iglesia para consensuar una postura que anunciar a todos. Por tanto, sabemos que el oportunismo eclesial no es demasiado ético ni moral.
Sabido esto, insitimos en que todo el mundo, la Iglesia también, tiene derecho no sólo a decir, sino a defender la ideología política que quiera. Que la Iglesia está con el PP y abomina del PSOE no es nada nuevo. Y que a cada oportunidad arremete contra éste y le echa flores a aquél, menos aún. Si no, vayan alguna vez a oír misa allá donde los párrocos tienen la conciencia política a flor de piel y de púlpito.
Para concluir, insisto en que no toleraré jamás esa falta de respeto democrático por las demás voces, diferentes a la mía. Entre otras razones, porque considero que quienes se empeñan en acallarlas piensan que esto de la democracia es el patio de un colegio en el que los ciudadanos somos tontos y no debemos oír determinadas cosas. El pueblo, a estas alturas, es inteligente. Y el que no lo sea, pues con su torpeza tendrá que votar. Pero libremente y después de haber oído todo lo que haya que oír.
3 comentarios:
Querido amigo, como en asuntos, comparto contigo palabra por palabra. Y te agradezco que hayas expresado tu opinión con tanta precisión y esmero.
Un abrazo
Manuel
Ay, amigo Álvaro, te noto muy vehemente en tus palabras, las cuales comparto de manera general. Tiempo tendremos de sentarnos y sacar el tema. ¿Pero no te parece que éste es el mismo panorama de crispación de siempre? Lo nuevo son los actores o la focalización. Ahora le ha tocado el turno a la iglesia. Claro, como en su pasado estaba cercana al poder, ahora no puede manifestarse...
O no entiendo tu comentario o tú no has entendido mi entrada, amigo Rafa. Lo que vengo a decir es que, efectivamente, se trata del panorama crispado al que te refieres, sí, pero con una novedad que me pone de los nervios; y es precisamente que alguien, en este caso los del PSOE-etc. pretendan acallar la voz de la Iglesia. Eso es lo que digo: que la Iglesia no debe callarse. Llevará razón o no. Pero no tiene por qué callarse; tiene tanto derecho como cualquiera a opinar y a apoyar a quien le dé la gana. El votante será el que tenga que decidir.
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