Los balances personales son para interiorizarlos, en mi opinión; y los balances públicos resultan inútiles porque cada uno siente el año según le ha ido. De modo que quién necesita un balance. Sin embargo, todos los medios de comunicación de masas se empeñan en hacerlos, aunque ya sé, por experiencia, que detrás del mismo se esconde más una necesidad de rellenar en este páramo informativo que son las fiestas que un verdadero interés de balancear el año para aprender de cara al próximo. Nadie aprende de un año porque empiece otro nuevo, y ni siquiera el año es frontera, en la práctica, de nada. Ni del curso académico, ni del político, ni del litúrgico siquiera. Lo del ejercicio administrativo, fiscal, contable, etc. ya sabemos todos que es, en buena medida, un paripé para llevarse bien con Hacienda. Así que los balances podrían hacerse en cualquier momento, o no hacerse jamás.
En este final de 2009, por ejemplo, año de crisis para muchos y de bonanza a costa de la crisis para otros, qué balance hará el padre de Marta del Castillo, la niña desaparecida el pasado 24 de enero en un barrio de Sevilla. Y qué tendrá que ver ese balance con el que pueda hacer Chaves, que se fue a Madrid, u Obama, que se instaló en la Casa Blanca. El año comenzó con el chiste sin gracia de la malhadada Montserrat Nebrera, ex pepera que ya no encuentra su lugar en el mundo después de despotricar contra nuestro acento andaluz. Luego el año estuvo para menos chistes con noticias deslumbrantes como el fin del gobierno nacionalista en Euskadi o aciagas como el interés repentino de los socialistas por reformar la ley del aborto, con hipócritas escándalos por parte del PP includios. La tragedia del aborto no es para tomársela a coña partidista por parte de los de siempre, pero este es el balance que uno puede sacar de esta clase política profesionalizada que soportamos.
De este sitio web que iniciamos en noviembre de 2007 para escribir pensando o pensar escribiendo no es 2009 el mejor año para hacer balance, pues ya ven las entradas que dio de sí 2008 y las que ha dado este año: la mitad. Tal vez en mi haber interno me queda la satisfacción de que si he producido menos reflexiones en estos doce meses será porque la balanza se inclina de otro lado. Quienes me quieren saben de dónde.